Kafka se pregunta, en Cartas a Milena, quién habrá inventado las cartas para poder comunicarnos, a quién se le ocurrió esa idea. Así comienza el capítulo “Fantasmas digitales” en el libro En el enjambre[1] de Byung-Chul Han. “La comunicación postal tan solo son alimento para fantasmas”[2], nos dice el autor. Es cierto.
¿Las cartas están verdaderamente dirigidas a un lector? ¿O son el modo del discurrir del pensamiento en forma de escritura, de las que hemos tenido grandes ejemplos? Estilo y subjetividad van en un trozo de papel armando el entramado fantasmático. Las cartas no acortan el tiempo, sí las distancias.
Hoy, en la era de la información, el espacio y tiempo han sido recortados. Es con la inmediatez de la misma donde el destinatario se multiplica; la nube no tiene gravidez, las palabras sobran. El me gusta, me entristece, me enoja basta para armar una red de datos para ser controlados por el big brother de lo cuantificable (sistema de espionaje de las tendencias e intereses de los usuarios). Nos hemos convertido en “enjambres de puras unidades”[3} que no forman ningún público articulado y no participan en ningún discurso público.
Estamos en el aislamiento para sí. Lo desconocemos: Consumidores pasivos[4], así somos llamados. Es más, no hay teorías –estas vienen al lugar de la falta de datos– no hay constructos.
Sí hay un cambio de paradigma, ya no interesa el por qué hacemos algo sino que interesa simplemente que se haga.
Reducidos así a ser explorados (data mining) para ser estudiados en masa como meros modelos de conducta. Dando paso a la psicopolítica digital[5].
¿Qué es la psicopolítica? Nuestro autor la pone en contrapunto a la biopolítica de Foucault abocada al control de la procreación, salud o mortalidad, es decir, factores exteriores. “La psicopolítica, con ayuda de la vigilancia digital, está en condiciones de leer pensamientos y controlarlos”[6], introduciendo así un psico-poder.
Las consecuencias de esta lectura es que ya no interesa el ciudadano, somos consumidores no responsables de nuestra comunidad. Hoy somos gobernados por el marketing. A tal punto esto resulta así que una decisión gubernamental que no cuenta con el me gusta de la población es vuelta atrás con un pedido de disculpas, con el modelo informático de que fue un error, o con imágenes armadas para ser consumidas (colectivos o lanchas que al modo local decimos ‘truchos’ o ‘truchadas’ para mostrar la aproximación de los gobernantes a la gente o su preocupación en caso de temporales). Los ejemplos abundan. Mientras somos gobernados por el marketing, un nuevo síndrome es diagnosticado: IFS information fatigue Syndrom. Enfermedad producida por exceso de información.
Entonces, en este pasaje ‘de la carta al dato’, si ahora somos reducidos a ser un número o un dato, a nosotros resta preguntarnos: ¿qué lugar para el inconsciente?
Siguiendo una vez más a Lacan, hoy podemos decir: no retroceder a la NO-subjetividad que nos propone la época, ya que lo Real siempre se pone en cruz.
Catalina Bordón es psicoanalista, reside en Buenos Aires.
Miembro de la EOL y de la AMP. Coordinadora Zonal de Equipo de Salud Mental (organismo privado). Docente del Servicio de Salud Mental del Hospital P. Elizalde.
Notas bibliográficas:
[1] Byung-Chul Han, En el enjambre, ed. Herder, Barcelona, 2014, p. 81.
[2] Ibid., p. 81.
[3] Ibid. , p.94.
[4] Ibid., p. 98.
[5] Ibid., p. 108.
[6] Ibid., p. 106.