La NEL, como otras Escuelas de la AMP, se funda a partir de lo múltiple y lo heterogéneo, sin embargo, la particularidad de nuestra diversidad –geográfica, cultural, política e incluso lingüística, a pesar de tener la misma lengua– constituye un sello propio. Este sello hace resonar la Escuela Una, transnacional y translingüística, pero también trans-grupal, para oponerse a la creencia de una lengua común que nos haría Uno y resistir a la inercia propia del grupo-nación que se presenta hoy bajo la forma de nacionalismos y totalitarismos.
El semblante que constituye el inmenso paisaje de la NEL, es una herramienta para tratar lo real sobre el que se funda el grupo analítico, pero también, una vía para hacernos presente en el campo político, no como partidos políticos, sino como psicoanalistas, que podamos –como decía Miller– “aportar algo a la humanidad en este momento de las civilizaciones”1.
Durante los dos últimos años, tiempo en el que he precedido la NEL, tuve la oportunidad de conocer su paisaje, así como los modos y tiempos lógicos en que se corporifica la escuela-sujeto, con sus impasses y pases. Dos momentos conmovieron de manera particular mi posición subjetiva, y me convocaron en mi relación con la causa analítica y mi compromiso con la NEL y la AMP.
Venezuela y Cuba. Dos encuentros que enseñan.
Sedes y Delegaciones en Venezuela y Cuba hacen parte de la estructura federativa que constituye la NEL. Miembros de nuestra Escuela sostienen allí una práctica y una institución que ha dado lugar a la formación analítica. Frente a las contingencias y las coyunturas que han puesto en entredicho la democracia, condición misma de existencia del psicoanálisis, ellos han sabido ocuparse, como señalaba G Briole2, “de saber y reflexionar sobre el lugar del psicoanálisis en el malestar de nuestra época” y también de esa que les toca vivir. Si en el caso venezolano, resistir es el significante que nombra la posición del psicoanalista, en el caso cubano, su compromiso da cuenta de una apuesta decidida por la supervivencia del psicoanálisis.
La experiencia venezolana tiene para mí el carácter de lo ominoso. Venezuela, y en particular Caracas, pasó de ser el lugar más propicio –tanto para el Encuentro sobre la enseñanza de Lacan en América Latina, con la presencia del propio Lacan, quien quiso venir a encontrarse con su lectores en los años 80, como para el I Encuentro del Campo Freudiano que dio lugar a nuestra querida Asociación Mundial de Psicoanálisis, doce años después, en el 92– a convertirse en lo que ya en ese momento quedó signado por un intento de golpe de estado, que mostró con claridad –como señalaba G. Zapata3– el “feo rostro del amo que no volvería fácilmente a su guarida”, y que hoy constatamos, cuando la ambición homogeneizante del Uno totalitario ha causado el colapso del Estado de Derecho, que desgarra a sus habitantes en una migración sin precedentes, donde lo extranjero hace síntoma, bajo la forma de segregación y xenofobia.
Frente a este acontecimiento, nuestra respuesta no se hizo esperar, quisimos retomar la convocatoria hecha por Lacan, con una jornada extraordinaria titulada “El psicoanálisis y la libertad de la palabra”, para hacernos presentes y reafirmar como se hace con la presencia, la oposición a las restricciones de la libertad e “invitar a nuestro colegas de la AMP a hacer vivir, con nosotros, el psicoanálisis en Venezuela y en todos los países que padecen restricciones de la libertad”4. Esta Jornada y las siguientes acciones de los colegas venezolanos, han hecho de lo que se llamó ‘la iniciativa venezolana’, un paradigma de cómo se resiste en el campo de la política. Sin embargo, nuestra tarea recién inicia, los colegas, miembros y asociados, pero no solamente, emigran de manera frenética y desgarradora. “Han tenido que escoger irse, a pesar de que hasta hace poco estaban en la calle manifestado contra el poder… Y así y todo los estudiantes e interesados en el psicoanálisis no cesan de recurrir a las Sedes y Delegaciones para su formación, acuden por un espacio de libertad de palabra que encuentran allí, de apoyo para no renunciar, para iniciar o seguir un análisis”5.
De otra parte, pero en la misma vía, mi encuentro con la Cuba revolucionaria y mi franca oposición a ese modo de vida restrictivo de la libertad, nació conmigo. Nunca consideré, a pesar de las bellezas de la isla, visitarla, no obstante, nuevamente mi deseo de Escuela me convocó, para encontrarme con un deseo aún mas decidido y firme. Los colegas de la Delegación-La Habana, me enseñaron sobre lo que es el compromiso con la causa analítica y las invenciones posibles. Allí donde el Otro intenta adueñarse hasta del propio deseo, haciendo de la adaptación un modo de vida, nuestro colegas rinden homenaje a la ética de Freud y Lacan comprometiéndose en las instituciones donde trabajan para dar lugar a la palabra, haciendo del psicoanálisis un baluarte capaz de objetar la normativización y el condicionamiento. Los psicoanalistas en Cuba han sabido orientarse en los intersticios del Otro, logrando una inscripción en su campo. Hoy la NEL existe, en el marco de la Sociedad de Psicología, desde donde sus intervenciones se nombran bajo el nombre del psicoanálisis de orientación lacaniana. Ganancia inédita y poco presumible en el sistema cubano. Un triunfo que hace homenaje a Judith Miller.
Tal como dice Miller, “Por vía de la asociación, el discurso analítico se somete abiertamente al discurso del amo al mismo tiempo que se escabulle de él, lo subvierte”6, proponiendo como orientación la desobediencia ética, que al contrario de la docilidad del adiestramiento, permite ir más allá del mandamiento, para que los sujetos puedan contar con la posibilidad de elegir qué decir y cómo actuar.
Se abren nuevos interrogantes sobre nuestra acción y la implicación política del psicoanalista, orientados por lo que ZADIG supone para cada uno de nosotros en la época de Otro sin falta. Es un hecho que decirse psicoanalista implica necesariamente una elección política, pues quien lo practica “debe querer las condiciones materiales de esa práctica (…) ella es incompatible con todo orden de tipo totalitario (…) Ella tiene la partida ligada con la libertad de expresión y con el pluralismo”7.
Esta elección como lo demuestran los psicoanalistas venezolanos y cubanos supone un compromiso: no ceder en su deseo, ni suspender su juicio político. Firmeza y resolución que se orienta por una ética subversiva y no revolucionaria, que va contra las identificaciones y los ideales.
Si en Venezuela, nuestros miembros han tenido que atravesar la frontera, siendo cada vez menos en su país y cada vez más, en diferentes partes del mundo y en particular en los países que constituyen la NEL; en Cuba, la imposibilidad de cruzarla es aun hoy una realidad. Preguntémonos, ¿cómo hacer para que la frontera, más que límite se torne litoral a partir del síntoma, de modo que sea posible acoger lo extranjero? Venezuela y Cuba ponen a prueba nuestro deseo de democracia, que va mas allá de una pretensión idealista y purista, que no haría más que reforzar el ‘nosotros’ en oposición a ‘ellos’ como han demostrado los nacionalismos y de las minorías de los excluidos –que hace avanzar la segregación a partir de las modalidades de goce– y más bien, busca impulsar una democracia des-agregativa y des-masificante –como propone Miller con relación a la Escuela-sujeto– donde existen las soledades que hacen serie y no ‘el nosotros’ de los cuerpos que no existe. Es un esfuerzo de hacer del discurso analítico, más allá de la cura, un arma contra la pulsión de muerte, que haga aparecer nuevas formas de deseo. “Es necesario –señala E. Laurent– un poco de Realpolitk. Hará falta, frente a los millones de emigrantes esperados, construir filtros y zonas humanitarias de acogida en los países de partida”8.
“Solo participan de la historia los deportados”9.
Clara María Holguín es psicoanalista, reside en Bogotá.
Miembro de la NEL (en Bogotá) y de la AMP. AME. Presidente de la NEL.
Notas bibliográficas:
1 Miller, J-A., Conferencia de Madrid, https://www.wapol.org/es/Template.asp
2 Briole, G., El psicoanálisis y la libertad de la palabra, NEL-Caracas, p. 24. Bitácora Lacaniana, Julio 2017. Agradecimiento a Guy Briole.
3 Ibíd., Zapata, G., p. 22.
4 Ibíd., Briole, G., p. 23.
5 Ibíd., Briole, G. Holguin, C., p. 92.
7 Artículo El Clarin, https://www.clarin.com/ideas/por-que-el-psicoanalisis-no-es-revolucionario-sino-subversivo_0_H1KVpYJ3DQe.html
8 Laurent, E., http://ampblog2006.blogspot.com/2017/11/forum-europeo-di-torino-nuevas.html
9 Lacan, J., “Joyce, el síntoma”, Otros Escritos, Paidós, p. 595.