Claudio Steinmeyer – Psicoanálisis y Educación / Adolescencia: intersecciones de época

Gracias a un par de invitaciones de revistas especializadas pensé en escribir una serie de breves artículos bajo el paraguas de “Psicoanálisis y Educación” para compartir así mi doble experiencia como psicoanalista y como profesor de trabajos prácticos en la cátedra de Adolescencia en la carrera de Sociopedagogía en Berlín, Alemania. A continuación, uno de estos textos.

Para organizar el complejo entramado de los fenómenos propios de la adolescencia en la época actual, y en cuanto a la perspectiva psicoanalítica, podemos servirnos del excelente texto de J.-A. Miller En dirección a la adolescencia1. Agruparé entonces algunos de los ejes temáticos de la adolescencia para, al finalizar cada parágrafo, relacionar cada eje psicoanalítico con la labor pedagógica en el referido ámbito educativo.

Luego, a modo de cierre, un comentario sobre los beneficios de un psicoanálisis para quienes habitan el ámbito educativo.

 

Pubertad

La pubertad, con su irrupción en el cuerpo de una segunda oleada de lo real de la sexualidad, marca claramente en nuestra cultura el comienzo de la adolescencia. De cuándo ésta termina es bastante más variable y contingente.

La pubertad indica con bastante precisión el final de la infancia marcando el comienzo de la transición subjetiva y corporal hacia la adultez. Lo real de los cambios corporales requiere también una nueva etapa simbólico-imaginaria que debería culminar en un anudamiento de la sexuación subjetiva que le dé relativa estabilidad al sujeto en su asunción de género. Es aquí donde adquiere especial relevancia, como objeto del deseo, el cuerpo del Otro. Y especialmente es el cuerpo del otro sexo lo que reactiva toda la dimensión de la diferenciación sexual desde el punto en que quedó configurada y detenida en la infancia antes de entrar al período de latencia.

Se abre aquí el enorme abanico de la sexualidad humana que Freud empezó a describir con el genial concepto de pulsión apartándose de la versión que la ciencia biológica había acuñado con la noción normativa de instinto: en la sexualidad humana no hay nada predeterminado ni en el objeto sexual ni en su fin.

Estas distinciones conceptuales entre pubertad / adolescencia, instinto /pulsión, sexualidad biológica / sexuación subjetiva son introducidos en el trabajo con docentes a través de textos como Tres ensayos sobre una teoría sexual (Freud, 1905) o el Seminario XX (Lacan, 1973) La experiencia ha demostrado que los futuros docentes se entusiasman con este enfoque enriquecedor de todo lo relacionado con lo que el programa curricular describe como las “características psicológicas de la adolescencia”.

 

Variedad sintomática, inhibiciones y angustia

Las vacilaciones de las identificaciones de la infancia, la irrupción de nuevas pulsiones y goces, la aparición de nuevos otros (compañeros, profesores, otros adultos distintos a los padres) pueden traer aparejadas crisis imaginarias con expresiones agresivas propias del narcisismo cuestionado, o si fallan los recursos simbólicos, se exteriorizarán a través de violencia poniendo en juego lo real del cuerpo. Por ejemplo, crisis de angustia con llamados al Otro que se pueden exteriorizar a través de: actos delictivos, trastornos de la alimentación, fenómenos de cutting, alcohol, drogas, tabaquismo, etc. A veces son sólo formas de ensayar, explorar un mundo nuevo pero que pueden luego cristalizar en formas sintomáticas rígidas. Además, nos encontramos con fenómenos como la típica rebeldía de la adolescencia, históricamente dirigida a una autoridad paterna pero que –en esta época de la cultura occidental, de ausencia de la “voz del padre” como dice Miller2–, también la rebelión presenta una suerte de errancias muy particulares.

Tratamos entonces de que el docente cuente con categorías pedagógicas para entender estas diferentes modalidades de goce y especialmente para pensar el síntoma como una solución subjetiva particular antes que una etiqueta diagnóstica universal. Tema especialmente sensible a la hora de pensar en ese joker universal en que se ha transformado el diagnóstico de ADHS.

 

La época y la relación con el saber / la posición adulta

Una de las cuestiones que más ha conmovido las estructuras clásicas de la enseñanza es la relación de los adolescentes con el saber de los docentes, de la institución educativa. Este viraje estructural que nuestra época produjo en relación al saber es descrito por Miller ejemplarmente: “el saber está ahora en el bolsillo, no es ya objeto del Otro. Antes, el saber era un objeto que había ir a buscarlo al campo del Otro, había que extraerlo del Otro por vía de la seducción, de la obediencia o de la exigencia, lo que implicaba pasar por una estrategia con respecto al deseo del Otro.”3

E, inversamente, ocurre que el Otro también se queda sin elementos de intercambio simbólico sobre el adolescente, ya no tiene un “saber” para dar a cambio de otras demandas. En definitiva, hay que replantear los pilares sobre los cuales descansaba toda una pedagogía de la evaluación que pudo funcionar hasta adentrado el siglo XX. Pero está ya no sirve, el adolescente puede ir a buscar el saber a Google.

Lo que sin duda estos adolescentes de época -especialmente l@s adolescentes marginados o l@s refugiad@s menores sin familia- no van a encontrar ni en Google, Whatsapp o Instagram es la posibilidad de contar con otros adultos que los puedan guiar, contener o esencialmente acompañar en momentos críticos.

En este sentido buscamos pensar junto a los docentes las características de esta modernidad líquida, esta época y su falta de ideales consistentes, permanentes. Padres ausentes (como muy bien lo muestra la película Detachment “¿dónde están los padres?” se pregunta el protagonista, un docente.) Tratar de no “abandonar” a un adolescente en situación de crisis. En este punto me gusta recordar a Winnicott: ahí donde hay un adolescente, que haya un adulto que no abdique4.

En conclusión es probable que la función docente de la época ya no esté tan vinculada a la transmisión de un saber sino más bien a este acompañamiento con el que l@s jóvenes puedan contar para cruzar el río de la adolescencia y verificar que sí hay salida de sus turbulentas aguas, que hay momento de concluir.

 

Diversidad cultural / diversidad tradiciones sin duda que el ámbito europeo de los últimos años se vio marcado por las masivas diásporas como la causada por la guerra en Siria. En este contexto Miller reflexiona que el islam, a diferencia de la tradición judeo-cristiana, permaneció relativamente aislado de las mutaciones simbólicas que se iban produciendo en Occidente. ¿Pero qué sucede cuando un adolescente de origen islámico se encuentra con el discurso de la ciencia en un país de la Europa occidental? Berlín es una ciudad con una importante convivencia de las tres religiones abrahámicas: cristianos, judíos e islámicos. Es un poco sentirse como en lo que trata la canción de Jorge Drexler “milonga del moro judío”.

A través de la gran llegada de refugiados provenientes de medio oriente nos encontramos con adolescentes que arriban sin hablar la lengua del otro, atravesados por múltiples duelos, arrastrados a una cultura nueva y ajena. Y en el trabajo subjetivo con estos refugiados aparecen las preguntas esenciales en el recorrido subjetivo de todo ser humano, “¿qué soy para el otro”? o una pregunta que para el psicoanálisis es esencial en relación a la cuestión del amor. “Amamos a aquel o a aquella que esconde la respuesta, o una respuesta a nuestra pregunta: “¿Quién soy yo?”5

Y es acá donde apostamos por una formación docente advertida, en la que sea esencial promover, fomentar todo lo relacionado con facilitar la inclusión y convivencia de esta pluralidad de adolescencias de diferentes culturas y tradiciones.

De las relaciones entre psicoanálisis y educación en esta época las podemos abordar desde los dos planos: extensión (aplicado a la cultura) e intensión aplicado al análisis propiamente dicho, tanto de los trabajadores en el ámbito de la docencia como de los alumnos.

En lo referente a la extensión el discurso psicoanalítico tiene muchísimo para aportar a los nuevos y recién llegados discursos que actualmente atraviesan las aulas del mundo educativo: género, aborto, ni-una-menos, #metoo, LGBTQ, promover lo femenino, denunciar la violencia machista, inclusión, autismo, desalentar la medicalización psiquiátrica de la infancia, tolerancia, alojar al inmigrante, multiculturalidad. Además de aquellos discursos que buscan promover la solidaridad y la democracia. Fomentar la responsabilidad en el uso de los nuevos medios sociales (evitar la propagación de discursos polarizantes tendientes a sembrar odio, racismo, sexismo).

Respecto del psicoanálisis en intensión aplicado al campo de la pedagogía quizás el texto que nos pueda servir de nave insignia es el prólogo que Freud escribió para un libro del educador August Aichhorn. Él fue un pionero entre los educadores austríacos y además fue psicoanalista (p.ej, fue el analista de H. Kohut que tanto influyó en el ámbito terapéutico de adolescentes en los EE.UU.). Dirigió instituciones para adolescentes con especial dedicación a los casos de delincuencia juvenil. Fue el impulsor de la primera revista de Psicoanálisis y Pedagogía. En su libro Jóvenes desamparados hay un prólogo del propio Freud en el que recomienda abiertamente el análisis personal del educador ya que “el educador debe poseer formación psicoanalítica, pues de lo contrario el objeto de sus esfuerzos, el niño, seguirá siendo para él un enigma inaccesible. Es decir que el educador se someta a un análisis él mismo.”6

Se trata entonces transmitir que esta suerte de análisis didáctico (nunca mejor dicho) podría proveer al futuro docente / educador / pedagogo / personal auxiliar de la docencia algunos buenos recursos para el trabajo cotidiano con adolescentes.

Pero que también el docente sepa que para sus alumno@s adolescentes el psicoanálisis es una alternativa: “… porque analizarse consiste en traducir la propia vida en palabras comprensibles, lo cual permite cernir un pequeño resto que no puede ser traducido con el que hay que encontrar la forma de arreglárselas. En una experiencia psicoanalítica el adolescente puede traducir en palabras lo que le pasó, lo que le ocurre en su vida, sin que quede todo como un malestar inefable y destructivo, descubrir sus propios recursos e inventar una forma singular de habitar su mundo.”

 

Claudio Steinmeyer  es psicoanalista, reside en Berlín.

Egresado de la Facultad de Psicología de la Universidad de Bs. As. (UBA) – Formación psicoanalítica en APdeBA (Asociación psicoanalítica de Buenos Aires), Seminario Lacaniano, EOL (Escuela de Orientación Lacaniana y ELP (Escuela Lacaniana de Psicoanálisis). Miembro de LOB (Lacansche Orientierung, Berlin) grupo adscripto a la NLS (New Lacanian School).

 

 Notas bibliográficas:

1 Miller, J.-A.  “En dirección a la adolescencia” (2015). Publicado en el de la revista El Psicoanálisis Nr. 28 dossier: el cuerpo y las religiones. Editada por la ELP-Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Madrid / Barcelona – España, 2016. http://elpsicoanalisis.elp.org.es/numero-28/en-direccion-a-la-adolescencia/

2 Ibíd.

3 Ibíd.

4 Winnicott, D.  Realidad y Juego. (1971) Editorial Gedisa. Barcelona, España. Edición 2009. p. 122

5 Miller, J.-A. Entrevista publicada en Psychologies Magazine nro. 278, octubre 2008. Traducida y publicada en el blog de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. http://ampblog2006.blogspot.com/2008/10/interview-de-jacques-alain-miller-dans.html

6 Freud, S. Prefacio para un libro de August Aichhorn (1925). Edit. Biblioteca Nueva. Madrid, España. 1981. Tomo III. p. 3216

7 García, B. “El psicoanálisis y las salidas de la adolescencia” (2019). Blog personal.    http://beatrizgarcia.org/el-psicoanalisis-y-las-salidas-de-la-adolescencia/

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