Cleyton Andrade – La ignorancia (no docta) como fundamento de la libertad

La apuesta freudiana y lacaniana por una diferencia irreductible no es el antagonista epistémico, ni epistemológico, ni clínico de la lucha política por la igualdad. Este, a su vez, es el desafío ético de cualquier campo del conocimiento que no quiera enlazarse a la indiferencia. Después de todo, el tema de la lucha contra las formas de desigualdad no circunscribe la igualdad como equivalente a la eliminación de la diferencia. Un país puede volverse más pobre, mientras que una parte puede volverse aún más rica.

En junio de 1959 Ludwig von Mises profirió una serie de conferencias en Buenos Aires, exponiendo sus ideas en defensa de la libertad individual. Así como sus críticas a las intervenciones estatales, que serían obstáculos al desarrollo económico y amenaza a las libertades individuales, Mises cuenta con el presupuesto fundamental de que los ciudadanos honestos tienen metas comunes. Lo que está en escena es un claro régimen de intereses que no deben ser específicos. Los intereses específicos resultarían en una política de grupos de presión, que luchan por privilegios. El eje es que el interés de cada uno debe converger con el interés de todos. Esta ecuación de valor metafísico es menos utópica de lo que parece. Y mucho más astuta de lo que parece. Esta metafísica de los intereses expresa su atributo maleable, que le acredita a ejercer una función fálica como operadora de cambios simbólicos traducibles a un régimen de significaciones. Es precisamente en la condición de ser un interés vacío de contenido, no nombrable en un principio, nada particularizable, que él se califica para ser un móvil de la circulación del Mercado. No es el puro deseo del cual habla Lacan, sino un interés puro que no es predicativo a priori, sino esencialmente adjetivable en el flujo de la economía.

En el siglo XVIII, el modelo liberal de Mercado que surgió como una nueva ciencia empírica y una nueva forma de pensar sobre la autoridad y el gobierno, se convierte en algo más que una respuesta o reacción a gobiernos excesivos y autoritarios, que es de donde este pensamiento político extrae una serie de significantes amos y elabora un abanico de discursos, siendo la libertad uno de los principales significantes de esta operación. Se produce un corte copernicano: la instauración de un entrelazamiento entre Economía y Verdad. Si la economía puede leerse como un campo que se ocupa de las satisfacciones de los intereses, la verdad emerge exactamente donde los deseos se borran, en la medida que los intereses desfallecen en su poder. El Mercado liberal se convierte en el lugar privilegiado para la formación y presentación de la verdad. Ir en contra del Mercado sería un grave error.

No se trata solo de un raciocinio económico. El liberalismo es tanto una forma de gobierno como una racionalidad política. Y como tal, sus acciones están orientadas hacia un fin determinado. Las acciones se articulan y estructuran de manera eficaz, con los medios adecuados para un fin esperado. Varios efectos que podrían leerse como emergencias de lo real, ya sea en un impasse de formalización política, o económica, son resultados eficaces de una acción articulada. Son acciones de una Razón Liberal. Este efecto de una racionalidad puede indicar que un discurso que predica la libertad puede tener como producción la alienación de la misma, en nombre de la “metalibertad”. El metalenguaje de la libertad pronunciada del individuo es la libertad de mercado. Por ejemplo, el aumento de la desigualdad no es el efecto de una anamorfosis de la visión liberal, es el efecto de su racionalidad. Es una de las expresiones de la verdad de esta Razón.

Ella opera no solo con los principios de gobernar, con las técnicas gubernamentales, sino también, y principalmente, con la conducta de los individuos. Estas no son operaciones paralelas. Están entrelazadas e indisociables. Una técnica de gobierno y una regulación de la conducta de los individuos. Las prácticas individuales no están en la esfera privada, puesto que hacen parte de la ecuación del pensamiento político. Para Quesnay, un gobierno no puede gobernar. Las repercusiones de esto apuntan a una idea de que un gobierno excesivo resulta en su propia imposibilidad, ya que los medios se vuelven inadecuados para sus fines. Por eso es necesario que un gobierno no opere desde el Discurso del Amo. El pensamiento liberal propone ser el movimiento racional que recubre lo real del totalitarismo, apoyado en la tesis de la irracionalidad, que le confiere una centralidad al concepto de libertad. Así, la ausencia de gobierno se enlaza al ámbito de las conductas de los individuos.

Una observación sobre la acción de esta racionalidad en la subjetividad producida es pensar en un sujeto que, aunque atravesado por el deseo, por la pulsión, por el goce, por el fantasma, es, sin embargo, pensado como un individuo libre, autónomo, plenamente capaz de gestionar su intereses, tanto por su propio bien como por la promoción de los intereses de la sociedad. Es una operación audaz. Acepta y se sirve del deseo, de las pulsiones, del trabajo del inconsciente, opera con inhibiciones, síntomas y angustias, pero, sin embargo, con la condición de que sean tan inabarcables como lo es la mano invisible del Mercado. Esta es una forma de Adam Smith de describir la autorregulación del Mercado que obedece a un proceso natural. La misma autorregulación que debe ser el fundamento de la torsión que se sirve del deseo, pulsiones y modos de goce, metamorfoseándolos en el empirismo de los intereses libres y autónomos de cada uno.

La excesiva autoridad gubernamental que recae sobre el modo de goce, oprimiéndolo, debe ser superada por la práctica libertaria que incida en los modos mismos de goce. Sin embargo, como el Mercado se regula a sí mismo, siendo libre, según su naturaleza, la libertad del individuo es la libertad de gastar su dinero y bienes como bien quiera. Es libre para gastar. Esto es lo que todo mandatario debe respetar. Los procesos de libre Mercado no se pueden traducir gramaticalmente en derechos y libertades individuales que sobrepasen este tipo de metalibertad. Al final, el Mercado es libre, no el individuo.

La libertad de los individuos no es regulatoria, está regulada, orientada, estructurada, puesto que es el motor que hace funcionar el Mercado. El individuo, nombre común del sujeto económico, liberal, es concebido por la racionalidad liberal o neoliberal y se convierte en un elemento clave para el ejercicio de un nuevo concepto de gobierno. Si el S1 del gobierno puede resultar excesivo e impedir el libre movimiento de la mano invisible del Mercado, se denuncia el discurso del Amo como un obstáculo. El pensamiento liberal rompe los lazos entre poder del gobierno y poder soberano. Desvincula el discurso del Amo del ejercicio gubernamental.

Lo hace descentralizando el lugar del poder, distribuyéndolo a los individuos. El S1 ya no es la ley del Estado, la ley del gobernante. Ya no representa el semblante del Príncipe. Él se convierte en la regla interna que regula la conducta de los sujetos económicos del liberalismo. No es un testimonio del declive político del Discurso del Amo, solo su desplazamiento al padre de familia, al jefe, al sacerdote, al coach, etc. Cada individuo puede portar su arsenal de S1, encarnando en su propio cuerpo el modo de goce y la expansión de la forma múltiple de gobernar. Estos significantes amos como agentes de conductas económicas, más que de lazos sociales, están revestidos de valores, una vez que responden bien a una apelación imaginaria, que puede convertirse en una apelación colectiva. Son significantes amos que aún tendrían la virtud de no comandar conductas que harían a estos sujetos actuar en desacuerdo con sus propios intereses.

Al sujeto económico se le garantiza el derecho de ir y venir, se debe dejar que se haga, que actúe, que se mueva. De ahí la degradante coacción que infligen las políticas sanitarias de aislamiento social delante de una pandemia de proporciones mundiales. El sujeto económico de esta racionalidad neoliberal reaccionará con rigor y coraje ante un atentado a su libertad para garantizar el funcionamiento espontáneo del mercado. De todos modos, él no reconocerá ningún interés, ningún deseo, ninguna forma de goce que no esté estructurado a partir del logos económico. Para una libertad construida y estructurada en el ámbito económico, cualquier modo de goce que no se inscriba ahí será un atentado a la libertad, no importa si eso implica la acción de un virus sobre el cuerpo biológico. Esto, a su vez, solo es reconocible si se tiene, semánticamente, su existencia económica preservada.

El neoliberalismo como racionalidad en un momento del capitalismo no se reduce a esto. No es solo un goce en torno al consumo de gadgets o la acumulación de capital. La racionalidad que llamamos neoliberal se ha convertido en una antropología, una sociología, una psicología. Ella se propone como metáfora de una metafísica, de una ética y de los valores que absorben algunos principios de intimidad religiosa presentes incluso en los ateos más convictos. El neoliberalismo hizo más que criticar la economía política. Eliminó la frontera entre economía y política.

Los gobiernos no solo funcionan de acuerdo con principios económicos. Su presupuesto parte del hecho de que cada individuo es libre y gobierna sus intereses, siendo actor directo no de una utopía para el bien de todos, sino su artífice directo. No sin razón Ludwig von Mises inicia su conferencia en Buenos Aires hablando de la libertad individual para finalizar el ciclo diciendo que los eventos políticos son la consecuencia inevitable de los cambios en las políticas económicas (Mises, 1959/2019)

Él enaltece el valor de los jóvenes estudiantes, invitándolos a ser defensores de la libertad y añade, como momento de concluir, su apuesta en el futuro de la libertad, tanto política como económica. “El hombre no es un ser que tenga, por un lado, una dimensión económica, por otro, una dimensión política, disociadas una de la otra” (Mises, 1959/2019, p. 152-153). Los aspectos económicos y políticos son una sola y misma cosa. Esto refleja la potencia de la operación neoliberal: un discurso sobre la libertad individual y una serie de significantes amos de los valores universales, pero, teniendo como fundamento la indisociabilidad entre política y economía, produce individuos gobernables al hacerlos gobernantes de sí mismos.

 

Prof. Dr. Cleyton Andrade es psicoanalista, reside em Alagoas.

Instituto de Psicologia – Universidade Federal de Alagoas. Miembro de la EBP – AMP.

Traducción de: Ana Paula Britto

 

Referencia bibliográfica

Mises, Ludwig von. As seis lições. 11ª edição revista. São Paulo: LVM, 2019.

 

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