Introducción
El objetivo de este artículo es analizar el discurso del 15 M a partir de la relación que establece con el espacio comunitario del que forma parte. Se estudiará dicha relación tomando en cuenta conceptos desarrollados por Sebastián Barros, desde una perspectiva post-estructuralista, en concreto los conceptos de: identificaciones populares, lógica democrática, lógica populista y lógica autoritaria.
Se planteará que, si bien el 15 M fue el surgimiento de una identidad popular, ya que se articularon una serie de identificaciones populares, no fue un movimiento donde imperase una lógica populista sino más bien una lógica democrática.
En este sentido, este artículo entiende el 15 M de una manera distinta a cómo lo entiende Iñigo Errejón (2015), para quien, partiendo desde la teoría del discurso de Ernesto Laclau, el 15 M era un movimiento social con rasgos populistas.
El 15 M: Una agrupación de identificaciones populares con diferentes maneras de articularse
Por identificación popular Barros entiende un tipo de demanda que “reclama ser parte de la cuenta de las partes que definen la comunidad”[1]. Además estas demandas reclaman ser parte de la comunidad en tanto que han sufrido un daño por parte de dicha comunidad. Por último, estas demandas son planteadas en términos igualitarios. La víctima de un daño, quien realiza la demanda, tiene igual capacidad de palabra que la comunidad que ha dañado esa igualdad. Las identificaciones populares conllevan en sí mismas una dicotomización del espacio social, entre los que han sufrido un daño y aquellos que lo han realizado.
Considero que el 15 M se inicia con una agrupación de demandas con las características de ‘identificaciones populares’. En este sentido se puede observar, por ejemplo, el manifiesto de JSF (Juventud Sin Futuro), una de las organizaciones que promueven la manifestación del 15 M. En este manifiesto se reclama ser parte de la parte que toma las decisiones de la comunidad. También señala que los jóvenes han sido objeto de un daño, ya que las políticas del gobierno les han destinado a un futuro de precariedad. Además de ésta, había muchas otras demandas planteadas en los mismos términos: desde el derecho a una vivienda digna, hasta el derecho a participar en decisiones políticas a través de referéndums.
Es decir, el 15 M fue la aglutinación de una serie de demandas que pueden considerarse identificaciones populares (eso se puede ver claramente en el primer manifiesto del 15 M redactado el 20 de mayo). Ahora bien para Sebastián Barros el surgimiento de este tipo de demandas no conlleva necesariamente una articulación populista. Se pueden articular de una manera no populista.
Barros identifica las tres maneras, que ya se han mencionado al principio del artículo: a través de una lógica populista, de una lógica democrática y de una lógica autoritaria.
Una lógica populista sería aquella en que “el sujeto popular (…) en nombre del daño ejercido sobre él reclama para sí la representación plena de la vida comunitaria”[2]. En esta lógica se enfatiza la división de la comunidad entre, de un lado, la victima que ha sufrido un daño y, de otro, los que lo han realizado. Otro rasgo importante es que el sujeto popular no presenta su demanda como una más entre otras, sino como la demanda principal que puede articular a todas las demás.
Cabe distinguir una lógica populista de lo que Sebastián Barros denomina una lógica autoritaria. Hay dos características que las distinguen. La primera tiene que ver con el trazado de una frontera interna a lo social. En la lógica populista se traza una frontera entre el ellos y el nosotros dentro del mismo espacio comunitario. En la lógica autoritaria el enemigo (el ellos) no forma parte de la comunidad. La lógica populista no elimina el conflicto dentro de la comunidad, sino que lo enfatiza en todo momento. Al contrario la lógica autoritaria aspiraría a eliminar el conflicto de la comunidad y hacer una comunidad homogénea.
La segunda diferencia tiene que ver con el lugar que se le da a la pluralidad de demandas. Aunque en la lógica populista hay una demanda que reclama para sí la representación plena de la vida comunitaria, esto no significa que no tenga en cuenta otras demandas. Las entiende como secundarias a la demanda principal, pero no elimina la pluralidad de demandas. Por el contrario en la lógica autoritaria no convivirían una pluralidad de demandas, sino solo una.
Tomando en cuenta estas definiciones y volviendo al movimiento 15 M, una de las organizaciones que promovió con más fuerza la manifestación que a la postre dará lugar al 15 M, Democracia Real Ya (DRY), articuló una serie de demandas a partir de una lógica populista. Ellos demandaban mayor democracia a partir de un papel de víctimas: victimas porque hay ciertos derechos que se les han negado y en tanto esos derechos se les sigan negando no se podría hablar de democracia. Considero que en un primer momento del 15 M impera esa articulación populista. Sin embargo eso cambiará en el transcurso del 15 M, hacía una lógica democrática.
Una lógica democrática sería aquella en que una particularidad “asume de forma consciente, contingente y circunstancial la representación del conjunto de la comunidad”[3].
Cuando una cadena de identificaciones populares se articula de manera democrática el énfasis en el daño pasará a un segundo plano.
En el caso del 15 M, al irse desarrollando se produce un cambio en la forma en que se articulan las demandas. En algunos comunicados del 15 M[4] la legitimidad de su demanda ya no se asocia a su papel de víctima, sino que se legitima por el mero hecho de que son personas, capaces de dialogar y construir consensos entre sí, sin necesidad de un gobierno.
Además de que desaparece la dimensión de víctima, a medida que pasa el tiempo el 15 M no subsume otras demandas en la demanda de democracia. La democracia toma el papel articulador, sin necesidad de subsumir las otras demandas.
Para ejemplificar esto que señaló se puede pensar que los primeros días del 15 M se puso mucho énfasis en asistir a las acampadas del 15 M en tanto personas individuales. Es decir se invitaba a acudir a todas las que estuvieran indignadas con la situación, daba igual que fueras militante de un partido, o de un movimiento social, o la ideología que tuvieras. Sin embargo esta inclusión se daba a costa de dejar esa identidad que tuvieras de lado. No se podía asistir como militante de un partido o de un movimiento social, sino en tanto persona. En este sentido la demanda de Democracia subsumía a las otras.
Esto cambia luego de un tiempo. En otro manifiesto del 15 M, redactado un mes después de que empezarán las acampadas, se señala que ante la situación político-social que se está viviendo, el 15 M se une a otras fuerzas y hace suyas sus reivindicaciones (reivindicaciones de género, estudiantiles, obreras, etc.).
Considero que estos dos momentos del 15 M nos permiten observar que la diferencia entre una lógica democrática y una lógica populista tiene que ver con un modo de presentar y jerarquizar las demandas.
En el primer momento, la demanda de democracia subsume a las otras, las cuales, aunque están presentes en los manifiestos, pasan a un segundo plano, pues se entiende que sin la consecución de una democracia real no se pueden cumplir las otras demandas. La demanda prioritaria es democracia real ya.
En cambio, en el segundo momento la demanda de democracia no se pone por encima de las otras, sino que se señala que la democracia se articulará a otras demandas con el objetivo de un cambio necesario.
Aunque en los dos momentos se reconoce una pluralidad de demandas, en el momento populista esa pluralidad cede algo (por ejemplo no llevar banderas que connoten una ideología a las acampadas del 15 M) ante la demanda principal. Mientras en el segundo momento las diversas demandas se articulan sin tener que ceder nada (se pueden presentar como feministas, obreros, estudiantes, etc.).
Por los motivos señalados considero que si bien el 15 M en el momento de su surgimiento se articula de manera populista conforme se va desarrollando hay otra manera de articulación de esas demandas, a partir de una lógica democrática, en dónde una identidad no subsumiría a las otras.
Por último, señalar que considero que este desplazamiento entre una lógica populista y una democrática tiene que ver con ciertas formas sedimentadas de hacer política (el asambleísmo, el altermundismo, etc.) entre un sector de la izquierda española extra parlamentaria. Una izquierda que puede verse como la heterogeneidad en el discurso de la transición. Me parece que ese elemento que ya era heterogéneo antes de la crisis económica de 2008, se articula con nuevas demandas que surgen a partir de las dislocaciones que provoca la mencionada crisis.
* Israel López Pliego es sociólogo, reside en Ciudad de Méjico.
Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Estudiante de Maestría en Sociología Política por el Instituto José María Luis Mora.
Notas bibliográficas:
[1] Barros, S, “Despejando la espesura. La distinción entre identificaciones populares y articulaciones políticas populistas” en Las brechas del pueblo. Reflexiones sobre identidades populares y Populismo, Universidad Nacional de General Sarmiento, 2013, p.46.[2] Op. cit., p. 60. [3] Op. cit., p. 59. [4] Se puede ver en este sentido el comunicado de La Marcha Popular Indignada, redactado en Junio de 2011.
Bibliografía consultada:
– Errejón, I; “We the people El 15 M ¿Un populismo indignado?”, An International Journal for Critical Geographies Vol 14 Num 1, 2015, Universidad Complutense de Madrid, pp 124-156.
– Manifiesto del 15 M redactado el 20 de mayo de 2011 en Asamblea General Sol.
– Primeras Medidas para una Vida Digna redactado el 20 de Junio de 2011 por Acampada Barcelona.
– Comunicado de la Marcha Popular Indignada redactado en Junio de 2011.