Carlos Pisoni es referente de la Agrupación H.I.J.O.S. y uno de sus miembros fundadores. Sus padres son Rolando Pisoni e Irene Bellocchio, militantes de la JUP y de la JTP, secuestrados y desaparecidos en agosto de 1977. Fue criado por su abuela Aurora Zucco de Bellocchio, integrante de Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora, quién falleció en el 2015 a los 93 años. Fue Subsecretario de Promoción de Derechos Humanos de la Nación entre 2013 y 2015.
La libertad de pluma: ¿Qué marcas te dejó tu historia? Contanos brevemente esos acontecimientos de tu vida, y qué pudiste hacer con ello, qué forma encontraste de saber vivir con esa verdad de tu pasado, tan difícil siempre de tramitar.
Carlos Pisoni: ¿Mi historia, las marcas? Todo el tiempo, a partir de que mi abuela me fue contando de a poco mi historia, siempre diciéndome la verdad –ella es militante de Madres de Plaza de Mayo– fui conviviendo con esta historia, desde muy chiquitito. Y si bien la acompañé en su lucha y participé de marchas y actos, cuando yo decidí entrar en la Agrupación H.I.J.O.S. fue el momento en que decidí convivir con mi historia todos los días. Hace 24 años que milito, nunca dejé de hacerlo. A veces era un tabú hablar de mis viejos, en la escuela o en distintos hábitos, porque tenía que explicar la historia, porque era un tema que no se hablaba mucho, y entrar a H.I.J.O.S. me ayudó a superar eso y a hacerme cargo y hacerlo con orgullo, además, al conocer lo que habían hecho ellos y por lo que habían luchado contra la dictadura.
Obviamente quedan marcas porque te criaste sin tus padres. Me crió mi abuela, sin esas figuras. Si bien mi abuela fue madre y padre a la vez, la figura paterna no la tuve y eso, obviamente, te deja marcas de muchas cosas, de no saber… por ejemplo, yo aprendí a hacer un asado a los 25 años. Me hubiese gustado ir a la cancha con él. Me hubiera gustado que me cuente cosas sobre mi sexualidad, o cosas que casi siempre hace un padre con un hijo o una madre con una hija. Eso yo no lo tuve. Creo que, dentro de todo, pude superarlo bastante bien. Si bien la herida siempre va a estar abierta porque los cuerpos no están, el haber organizado y el haberme hecho partícipe del movimiento de DDHH me ayudó un montón en mi historia.
La libertad de pluma: En Argentina se producen, como en ningún otro país, los procesos de memoria, verdad y justicia que culminan con los juicios a los delitos de lesa humanidad, la creación de distintos organismos de DDHH, las leyes reparatorias, las restituciones de los hijos, los sitios de la memoria. ¿Qué efectos creés que tienen para el país no solamente a nivel histórico sino en lo social y en lo institucional? Y, ¿qué es imprescindible hacer de aquí en más?
Carlos Pisoni: Claro, en Argentina es histórico lo que ha sucedido. Primero, la fortaleza de los movimientos de DDHH, pocas veces vista en otros países del mundo. Porque si uno se compara con países de la región como Chile o Uruguay u otros, la fortaleza de este movimiento no está en ninguno de ellos. Tampoco en otros países del mundo ha tenido tanta fortaleza un movimiento así, tan organizado. Si bien la dictadura fue atroz, y produjo la desaparición de 30.000 personas, miles de exiliados, presos políticos, detenidos, también ha sucedido eso en otros países del mundo y la población víctima no se ha organizado de la misma manera. Creo que eso es fundamental para que hayamos podido lograr conquistas que después se transformaron en políticas públicas: en principio, el Nunca más –si bien con las diferencias que tenemos nosotros con la teoría de los dos demonios– con el juicio a las Juntas, posteriormente las leyes reparatorias y después en el 2003 la decisión de Néstor Kirchner de anular las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y avanzar con los juicios, de entregarnos los sitios de la memoria, de apoyar la restitución de los nietos apropiados. Todo eso es, sin dudas, producto de la lucha de los organismos de DDHH. Y sin duda, sin el apoyo del Estado no se hubiera podido realizar. Creo que los efectos que tienen para el país son fundamentales no solamente para los familiares de las víctimas sino para los que vienen. Nosotros siempre decimos: hubiera sido muy difícil juzgar a los asesinos de Mariano Ferreyra, es decir a Pedraza y su patota, si no hubiese sido jugado Astiz en ese momento histórico. ¿Por qué? Porque si no juzgamos a los mayores genocidas de nuestra historia, evidentemente, después, condenar a alguien que comete un acto menor, o sea, un asesinato y no un plan sistemático –menor comparado con ese genocidio– tendría poco significado o poca validez jurídica. ¿Por qué una persona que mata a otra va presa y otra persona que mató a millares, violó mujeres, robó bebés no va preso y no llega a la justicia? Creo que ese es uno de los grandes efectos. Imprescindible de acá en más, dentro de la temática, es para nosotros que no suceda lo que pasó en la Dictadura. Por un lado, lo que pasó con las FFAA; por otro, terminar con las torturas que hay en cárceles y comisarías, que siguen existiendo en Argentina, terminar con la violencia institucional. Que haya fuerzas de seguridad comprometidas con los DDHH y con la democracia. Nos falta bastante. Y por otro lado, me parece que es fundamental hoy, de alguna manera… hoy ya los golpes no se dan a través de las fuerzas militares, hoy estamos viviendo en la región los llamados golpes blandos, que son desestabilizaciones a gobiernos elegidos por el pueblo –y que mayormente son gobiernos nacionales y populares– y que a través de lo que es el Lawfare, –esta alianza judicial, mediática y empresarial que persigue y encarcela a dirigentes– y que hace que los gobiernos caigan. Por ahí hay que estar más atentos a las cuestiones, no solamente cuando se planteó la Dictadura en el Cono Sur y el Plan Cóndor, sino a que hoy ya no se necesitan de las botas para las dictaduras. Tenemos que estar atentos a estas cuestiones y como sucedió en Bolivia, denunciarlas, y apoyar que la democracia vuelva y que se respeten todos los derechos.
La libertad de pluma: ¿Cómo es la situación de los DDHH en el resto de América Latina? ¿Percibís diferencias entre el estado de los mismos en Argentina con respecto del resto de los países del continente?
Carlos Pisoni: Esta pregunta está un poco relacionada con lo que te estaba comentando. Me parece que en Latinoamérica estamos empezando una consolidación de los procesos democráticos con sus dificultades. Y las dificultades radican en que todavía tenemos muchos países a los que les falta mucho avanzar en este sentido. A la vista está lo que sucedió en Ecuador, en Paraguay, en Honduras con Zelaya, en Brasil con Lula, en Bolivia con Evo; gobiernos que son mayormente nacionales y populares y que sufren desestabilizaciones por parte de los grandes grupos económicos, financieros, mediáticos y sectores del Poder Judicial. Entonces, falta bastante. Evidentemente nunca pensamos que Lula iba a ser proscripto y que iba a estar preso, que Evo iba a ser derrocado. Bueno, tantas cosas que vemos que están sucediendo y que pensamos que no iban a pasar nunca más y están pasando. Nos falta un gran camino por recorrer para que no vivamos esto de nuevo. Y en Argentina creo que quizás estamos un poco más avanzados en estos procesos. Acá también se quiso aplicar el Lawfare, y se lo ha aplicado, pero no llegó a la figura de los liderazgos. Con el avance que ha habido con los funcionarios del gobierno kirchnerista, pero fundamentalmente con Cristina, un sector muy fuerte queriendo llevarla a prisión y proscribirla, y no lo han podido hacer. Y creo que no han podido porque ha habido un movimiento organizado muy fuerte que no iba a dejar que eso suceda, y esa es una de las grandes diferencias con la región. Tenemos un pueblo muy luchador, una mezcla de los gauchos, de los indios, de los europeos que hace que no nos callemos. Y, la verdad es que este es uno de los grandes logros. Nosotros lo vivimos cuando intentaron liberar a los genocidas con el 2×1 y los millares y millares de personas que llenaron las calles, fue impresionante. Creo que por ahí es el camino y evidentemente si no fuera por todas estas decisiones que hemos tomado todos estos años de salir a la calle y poner el cuerpo, seguramente estaríamos viviendo en un país mucho peor.