Introducción
Tal como menciona de Sousa Santos (2006), las diferencias entre norte y sur son exponenciales en la medida en que no asumamos las características coloniales relativas a la dominación cultural y económica que aún prevalecen en nuestros territorios. Como ejemplo podemos mencionar la exportación de materias primas para la importación de bienes manufacturados, así como el desconocimiento de saberes ancestrales y culturales propios de nuestros pueblos originarios latinoamericanos. En relación con lo mencionado por él, afirmamos que la emancipación de nuestros pueblos oprimidos debe plantearse en conjunto con la aceptación y reconocimiento de las diferencias. Por lo tanto se debe abogar por una sociología de las ausencias (de Sousa Santos 2006:49) que valore y respete el amplio abanico de saberes culturales que habitan en nuestros territorios, en torno a la organización de la vida política, social y económica.
Desmitificar el concepto de democracia
En primer lugar es necesario desentrañar el concepto de democracia ya que representa uno de los primeros pasos a la hora de habitar el concepto de emancipación social. Por un lado debemos comprender que los modelos democráticos liberales nos han llevado a una disminución de la actividad estatal por sobre los intereses de las cúpulas financieras internacionales. Con ello podemos afirmar que el pago de las deudas e intereses contraídos con los fondos de inversión extranjera se realizaron bajo los hombros de los pueblos subsumidos en la hambruna y la pobreza. Al igual que menciona Wendy Brown (2015) la paradoja de la gobernanza neoliberal consiste en que los Estados se someten a los mercados globales, gobiernan para estos y quedan atrapados en el imperativo de acumulación y crecimiento económico.
Por otro lado es importante destacar que, si bien las democracias representativas conceden determinados derechos como ser el acceso al voto de representaciones y liderazgos políticos, lejos se encuentran de representar las necesidades de las diversas poblaciones que habitan en los territorios. La falta de garantías y respeto por los derecho básicos ‒como ser el acceso al agua potable, a una vivienda digna, a la educación, a una alimentación, a la salud‒ generan como resultado sociedades desiguales cuyas demandas no se encuentran canalizadas ni representadas.
Demandas no satisfechas y ciudadanía sexual
Otro aspecto para repensar la democracia representativa es el de las problemáticas en torno a la ciudadanía sexual. A partir de ellas puede ejemplificarse la falta de representación y exclusión de determinados grupos sociales. Comenzaremos mencionando que la construcción de ciudadanía se ejerce a través de la participación social en el ámbito público. Al igual que menciona Graciela Di Marco (2012), dicha construcción se da en el marco de determinadas relaciones de poder que, de ser excluyentes, conducen a la exclusión de determinados grupos poblacionales. Bajo este aspecto podemos decir que tanto las mujeres, como el colectivo LGBTTTIQ+ ocupan lugares de subordinación frente a la heteronormatividad y el régimen patriarcal avalado por la Iglesia Católica y las instituciones estatales.
Por un lado las mujeres han sido consideradas durante años el género más débil, en comparación con los varones y, por lo tanto, relegadas a las tareas domésticas y del cuidado, en pos de reproducir y alimentar la fuerza de trabajo de las sociedades modernas capitalistas. Por otro lado el colectivo de minorías y disidencias sexuales encuentra diversos obstáculos atravesados por la discriminación ‒entre opresores y grupos oprimidos‒ a la hora de adquirir determinados derechos como ser la posibilidad de migrar, de conseguir un empleo, de estudiar y acceder a la salud (Pecheney 2007). La sexualidad y el género entendidos desde la perspectiva social, y no biológica, dan cuenta de las dificultades que tienen las minorías subordinadas a la hora de ejercer su ciudadanía, sus derechos y por lo tanto la participación ciudadana. Para evitar que ello suceda debe darse igualdad de condiciones y de oportunidades, de modo tal que cualquier sujeto pueda acceder a las mismas oportunidades independientemente de su condición social.
Ante esta situación se expresa la necesidad de democratizar la toma de decisiones respecto a la corporalidad de los sujetos (Di Marco, 2012). El acceso a la interrupción voluntaria del embarazo, a tratamientos y/o medicamentos –a causa a enfermedades de transmisión sexual– no debería acarrear consecuencias penales, ya que de lo contrario no se estaría promoviendo una sociedad en igualdad de condiciones. Cabe destacar que el incumplimiento y falta de acceso a determinados derechos se traducen en una violación a los derechos humanos, en tanto las instituciones estatales no garanticen los recursos y medios necesarios, para que dichas personas puedan vivir dignamente.
En la Argentina, los movimientos sociales han sido necesarios y fundamentales a la hora dar pelea por una democratización del espacio público y la adquisición de derechos. Di Marco (2012) retoma a Ernesto Laclau, quien analiza cómo las demandas insatisfechas cristalizan en demandas comunes confluyendo en la conformación de identidades colectivas.
Según Di Marco el “pueblo feminista” se constituye a partir del significante vacío de la campaña por la legalización del aborto, el cual representa las demandas transversales de los diversos movimientos sociales en torno a la secularización Iglesia-Estado. “Surgió una demanda que significa a todas las demandas y se articularon ellas en movimiento y otros actores sociales en la pugna por la legalización del aborto, para que las mujeres puedan ejercer la capacidad de decidir sobre sus propios cuerpos, y que condensa la lucha por el laicismo, la pluralidad y la ciudadanía”1.
Consenso y justicia social
A la hora de pensar en los grupos poblacionales excluidos, cabe preguntarse por qué resulta tan difícil aceptar las diferencias entre los seres humanos. El eterno debate entre universalismos y particularismos culturales deja entre abierta la posibilidad de enfrentar el conflicto desde una lógica renovada. De acuerdo con Chantal Mouffe (2014), el concepto de lo político ‒o la lógica del enemigo‒ se enmarca dentro del terreno del conflicto, la contingencia y la búsqueda permanente de la armonía perfecta. No obstante, la lógica de la política se ubica dentro de la dimensión agonista, en la medida en que prima la búsqueda del consenso, sin desestimar la existencia de un conflicto. El planteo que realiza Mouffe tiene que ver con la posibilidad de ver a los enemigos como adversarios y lo político en conjunto con la política. Esto último debe ser visto desde una perspectiva plural agonista, respetando los diversos puntos de vista y formas de vivir, entendiendo que la democracia requiere del conflicto para alcanzar el consenso.
Nancy Fraser (2000) hace mención de dos tipos de injusticias, las cuales reflejan la incapacidad que tienen dichos grupos sociales a la hora de ejercer plenamente sus derechos y por lo tanto la ciudadanía. Por un lado se ubica la injusticia económica en referencia a la marginalización, explotación laboral y pobreza en términos materiales. Por otro lado Fraser menciona la injusticia cultural, relacionada con el no reconocimiento y la falta de respeto hacia determinados grupos sociales debido a su condición sexual o raza. A su vez es necesario considerar la existencia de lo que Fraser (2000) denomina como “comunidades bivalentes”. Estas son aquellas que sufren de ambos tipos de injusticias ‒económicas y de reconocimiento. Un ejemplo de ello es la diferencia salarial que sufren las mujeres por el trabajo doméstico no remunerado o las diferencia salariales existentes entre mujeres y varones. En pos de resolver dicho contraste, lo lógico es abogar por la abolición del género, motivo por el cual las mujeres son consideradas inferiores, débiles y subordinadas a los varones. No obstante, el reconocimiento de dicha inferioridad será también necesario a la hora de superar la cultura patriarcal y abogar por pautas culturales no machistas.
Si bien no existen prácticas claras que tiendan a resolver el problema entre ambos tipos de injusticias, la autora distingue dos tipos de alternativas. Las soluciones afirmativas son aquellas destinadas a modificar las diferencias sociales, mientras que las soluciones transformadoras cambian el origen y la esencia de dichas desigualdades. En sumatoria ‒y a pesar de las contradicciones y dilemas mencionados‒ son necesarios el equilibrio y la unión entre ambos tipos de injusticias sin que lleguen a anularse mutuamente. Las sociedades requieren tanto de la redistribución de la riqueza como del reconocimiento de las diferencias, a la hora de abogar por una ciudadanía más igualitaria cultural y económicamente.
Contexto actual y vulnerabilidad de derechos
Los contextos imprevistos generan la emergencia de problemáticas que, hasta su aparición, habían permanecido en los márgenes. Es lo que sucede con la actual pandemia que, imposible de prever, puso en jaque a la humanidad frente a su propia inconsistencia.
De acuerdo con Judith Butler (2020) el virus del COVID-19 no discrimina ya que nadie se encuentra exento de contagiarse. No obstante, debemos reconocer que no toda la población se encuentra en las mismas condiciones para enfrentar la crisis sanitaria mundial, ya que no todo el mundo tiene garantizados los derechos básicos y por lo tanto el acceso a su ciudadanía. Como consecuencia de la doble opresión, hemos presenciado un aumento en la tasa de femicidios y víctimas de la violencia de género, quienes deben vivir en confinamiento junto con el abusador o agresor. También podemos mencionar la emergencia mediática de problemáticas como ser la falta de presupuesto en el gasto público, las situaciones edilicias de los barrios populares hasta la situación carcelaria de las personas que viven presas de su libertad. Las políticas xenófobas y anti derechos humanos ‒planteadas y llevadas a cabo por los gobiernos de Estados Unidos y Brasil‒ no solo demuestran el tipo de ideología que se venía anticipando sino también las luchas que deberán dar los movimientos sociales en pos de restituir sus derechos, una vez que la pandemia finalice y las economías mundiales -así como los mercados financieros- favorezcan las vidas de unos por sobre las de otros.
Conclusión
Los dilemas presentados en este ensayo dan cuenta de la dificultad que enfrentan muchos grupos sociales no hegemónicos a la hora de ejercer su ciudadanía. Desmitificar el concepto de democracia será necesario para pensar hasta qué punto nuestras sociedades ejercen los principios democráticos, si frente a ellas se encuentran sujetos incapacitados de poder vivir dignamente.
Para concluir se puede decir que el terreno de ‘La política’ debe conciliarse con ‘Lo político’, a través de la inclusión de quienes se encuentran excluidos por su condición sexual, de género, raza, nacionalidad. Esto debe ir de la mano de una justa redistribución de la riqueza en pos de restituir derechos básicos y acceder a la ciudadanía. La expansión y transnacionalización de las demandas de los movimientos sociales serán la base de una globalización contra-hegemónica. “La sociología de las ausencias”3 debe estar presente a la hora de deconstruir relatos hegemónicos y naturalizados cuyos resultados han sido la dominación y el silencio de nuestros pueblos latinoamericanos.
Geraldine Sulkin es politóloga, reside en Buenos Aires.
Licenciada en Ciencia Política (UBA). Magister en curso en Derechos Humanos y Políticas Sociales (UNSAM).Miembro del equipo de migraciones del CIDAC.
Notas Bibliográficas:
1 Di Marco, G., Brener, A., Llobet, V., Méndez, S., Democratización, Ciudadanía y Derechos Humanos. Teoría y práctica. Buenos Aires, UNSAM Edita, Buenos Aires, 2010, p. 233.
2 Fraser, N., De la distribución al reconocimiento? Dilemas de la justicia en la era postsocialista. Madrid, 2000 . En: New Left Review. Nº 0. 2000. P.9 .
3 de Sousa Santos, B., Renovar la teoría crítica y reinventar la emancipación social Disponible:http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/edicion/santos/santos.html www.clacso.org .Red de bibliotecas virtuales de ciencias sociales de América Latina y el Caribe, de la Red de centros miembros de CLACSO. http://www.clacso.org.ar/biblioteca. En encuentros en Buenos Aires, 2006.
Brown, W., El Pueblo sin atributos. La secreta revolución del neoliberalismo. Editorial Malpaso, Barcelona, 2015.
Butler, J., “El Capitalismo tiene sus límites”. Revista Intersecciones. Publicada originalmente en Verso:https://www.versobooks.com/blogs/4603-capitalism-has-its-limits. 2020.
Mouffe, Ch., Agonística. Pensar el mundo políticamente, FCE, Buenos Aires, 2014. Pecheny, M., “La ciudadanía sexual: derechos y responsabilidades relativos a la sexualidad y el género”. En Calvo, E., Castorina, E., Emiliozzi, S., Pecheny, M.y otros (comps.) La dinámica de la democracia. Representación, instituciones y ciudadanía en Argentina. Prometeo. Buenos Aires, 2007.