Germán García – “Los banqueros de la lengua”

Lacan dice “acción del significante, pasión del significado”. Supone el signo de Saussure. Esta expresión, donde hay una acción del significante previa a una pasión del significado, parafrasea a alguien de quien se acuerda, poco antes de morir. Tristan Tzara, en un Manifiesto Dada dice “el pensamiento nace en la boca”. Si “el pensamiento nace en la boca” la profundidad queda abolida y es la acción de ese significante que uno pone en juego la que provoca o no provoca una pasión del significado. Opino que desde Las nubes de Aristófanes hasta este dibujo de Caloi, en el que el señor que lee el diario en lugar de poner el pie en el cajoncito lo pone en la cabeza de quien le lustra los zapatos, la acción del significante puede provocar las más diversas pasiones. En última instancia, desde que las palabras y las cosas se separaron –porque ya no hay mensajes de los dioses según el Crátilo– hay que buscar legisladores que digan qué palabra se corresponde con qué acontecimiento de la ciudad, con qué objeto determinado. La relación entre el referente y el objeto ya no es unívoca. Hablar, decía Lenin, ya que estamos en esto, es hacer propaganda. Entonces charlar, escribir, discutir, publicar es querer articular la acción previa a un significante sobre los efectos negativos o positivos que tienen sobre nosotros los significados correspondientes, es decir, las pasiones que esos significados despiertan en los cuerpos y/o en la ciudad.

En este Coloquio, es una respuesta tardía a la invitación de Eric Laurent a exponer el tema del humor, a la “Acción del significante” le responden Los banqueros de la lengua; que son los que negocian esa acción del significante. Respecto del humor, hay quienes dicen que al ser una válvula de escape, en vez de apresurar el cambio social, crea una homeostasis. Están otros que dicen que el humor puede ser subversivo, en tanto ataca la apariencia que necesita el poder para sostenerse, para hacerse creíble como ideal colectivo (al igual que una clase social que cree ser el ideal de todas las clases). Creo que no es ni una cosa ni la otra, ni las dos juntas: el humor juega, como cualquier discurso, distintas funciones en diferentes momentos políticos según su emplazamiento social (es decir, lo que Freud llama “la capilla”).

En un Congreso Bretón, intentó apropiarse del movimiento Dada para colocarlo bajo el nombre de surrealismo. Tristan Tzara afirma, en otro contexto lo siguiente: “esta tarea no fue ordenada por una fuerza sobrenatural sino por el cartel de los mercaderes de ideas y los acaparadores universitarios”. Es decir que la subversión Dada surgida en Zurich caería, según las razones de Tristan Tzara, “en el cartel de los mercaderes de ideas y los acaparadores universitarios”.

Efectivamente, el surrealismo sirve para hacer tesis, como todo lo que anda por el mundo, incluido el marxismo.

Lacan repite otra idea de Tristan Tzara al final de su vida, para responderle a Althusser: “El señor A. (Althusser) me hizo acordar al señor AA, antifilósofo, de Tristan Tzara”. Lacan dice que la jerarquía no se sostiene sino por administrar el sentido. Una jerarquía es una administración del sentido, es decir, administra las pasiones que las palabras provocan. Lo diré como aquella afirmación Dada ‘los banqueros de la lengua siempre recibirán su pequeño porcentaje de la discusión’.

Nuestro Coloquio llamado Por una política del Witz, en homenaje a Sigmund Freud, encontró su título en un trabajo de Jacques-Alain Miller.

Estas palabras son una invitación a continuar con el tema, a convocar la risa.**

 

Germán García es psicoanalista y escritor, reside en Buenos Aires.

Analista Miembro de la EOL y AMP. Presidente de la Fundación Centro Descartes.

 

* Palabras de presentación de la Revista Descartes N° 21, en un Coloquio, en la Fundación René Descartes-Bs. As., julio 2011.

** La vigencia de esta invitación encuentra eco hoy en La libertad de pluma.

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