Jacinta Duer – La familia como ideal… ¿El niño como real?

El «deseo a toda costa» facilitado por la proliferación de «derechos para todos» nos conduce más allá del deseo de un hijo, al punto de que todos los límites impuestos por la realidad pueden ser franqueados. ¿Seguimos estando en el orden del deseo (psicoanalítico)?

Más que un derecho al deseo, en algunos casos se trataría más bien de la reivindicación de un goce imperativo, el objetivo sería obtener lo que se quiere a toda costa. La familia pasa a ser un ideal y el niño deviene lo Real. Me pregunto por las consecuencias para la constitución subjetiva.

Primero fue el nombre de un nuevo libro de Francois Ansermet: La fabricación de los hijos. Un vértigo tecnológico1 y luego una nota en la tapa del diario La Nación que anunciaba: “Copaternidad. Sin conocerse, buscan formar una familia”2. Dos títulos que me llevan a pensar la parentalidad como un síntoma social que devela la no relación sexual y evidencia las mutaciones familiares a partir de las múltiples maneras de ser padre y madre en la actualidad.

El niño casi siempre estuvo consagrado a ser objeto de la pedagogía, pero ahora lo es también del saber de la ciencia; se quiere saber todo sobre él y más aún cuando en breve tengamos la transcripción del genoma humano, ubicándolo, así como máximo exponente del “objeto de goce”.

Hoy es posible tener hijos por distintas vías: futuros padres que se buscan por páginas web específicamente para concebir un niño y a medida que las biotecnologías evolucionan, diversifican la forma de procrear y de construir sus filiaciones. Cada vez hay más personas en torno al nacimiento de un niño: entre los que serán nombrados como “los padres”, los donantes de óvulos y/o esperma, la madre sustituta que aporta su cuerpo en caso de gestación subrogada. En algunas oportunidades el vínculo entre progenitores es (casi) puramente biológico y se sostiene en acuerdos que surgen más desde lo operativo que del lazo que genera ese hijo. Se comparten la crianza y los gastos convirtiéndolo en un objeto más de consumo, precisamente como lo diría Zygmut Bauman: un objeto de consumo emocional. ¿El capitalismo, en tanto forcluye las cosas del amor, hará del niño un Gadget sofisticado?

Nuevos malentendidos se gestan en torno al nacimiento, ignorándose aún las consecuencias de estas nuevas formas de hacer niños, que van cada vez más más allá de lo que impone lo biológico, haciendo uso de las ciencias y tecnologías de “la vida”.

En un primer momento Freud pensó que el síntoma podía interpretarse como los sueños, en función de un deseo que conlleva un efecto de verdad, pero en un segundo tiempo el mismo Freud descubrió lo paradojal, lo que resiste a la interpretación. Eso que queda como resto y con Lacan decimos lo real del síntoma.

Con E. Laurent sabemos que “El niño es una ficción para los padres y es por esto mismo que ocupa una posición paradojal, porque ese Ideal da lugar a todos los síntomas que, precisamente, comporta el deseo de niño”3.

 

 ¿Querer o desear?

Los derechos individuales hoy son prioritarios. En algunos países se crean contratos a medida de las mujeres que han contribuido a la procreación precisando las modalidades de relación que podrán tener con el niño, siendo la dimensión jurídica la que prevalece en cada uno de los casos, redefiniendo la maternidad como un contrato y haciendo desaparecer el antiguo adagio Mater certissima. El vocabulario de la norma jurídica va adquiriendo cada vez nuevos dominios. La demanda cobra un sentido banal. De este modo, la ley va por detrás intentando reponer aquello que la tradición ya no sostiene. Los nombres tradicionales se “borran” o se “multiplican” debilitando las identificaciones. Conceptos como parentalidad, mapaternidad, copaternidad, etc. implican el principio de no discriminación aplicado al parentesco y consisten en definirlo estrictamente como un sistema jurídico, separado de la tradición histórica.

Escuchamos en el consultorio: Quiero tener un hijo a como dé lugar y ese derecho no se discute.

El deseo de gestar un hijo no se corresponde necesariamente con el deseo de tener un hijo. Querer es algo distinto de desear. El deseo es ambivalente. Lo que se obtiene no es necesariamente lo que se desea. Querer un hijo es también querer otra cosa. Hay un más allá del hijo. El hijo es concebido para cumplir un ideal. Hijos a medida del narcicismo parental.

“Si un deseo deviene en un derecho, si entra en la ley, si es reconocido por el más grande nombre, pierde su valor de deseo. El deseo es una espera, una falta a llenar, una insatisfacción a resolver tiene una causa singular. Si esa falta es llenada por el Otro del derecho, el deseo corre peligro de desaparecer”4.

En el seminario El Otro que no existe y su comité de ética leemos que: “El hombre y la mujer no se hablan con la lengua del derecho sino con la del síntoma” 5.

Entonces cuando en las familias la que se habla es la lengua del derecho, la que busca la distribución igualitaria del goce, asistimos a nuevas problemáticas.  Goce reivindicado como un derecho ‒tener un hijo también se reivindica como un derecho.

Al parentesco hay que ponerlo en cuestión, por todo lo que los analizantes dicen de sus parientes más cercanos. Ellos son los que le han enseñado lalengua, marcas y resonancias del goce de quien la enseña.

Actualmente es el derecho el que articula y regula las funciones familiares sea cual fuere la situación jurídica de los sujetos, siendo el hijo quien crea socialmente a la familia.

 

 ¿Cuál es el lugar y el rol que convienen al psicoanalista en esta era tan cambiante?

El niño de nuestros días como producto de las Técnicas de la Reproducción humana asistida es Bioético, en tanto que su origen responde a sus leyes. El psicoanalista debe primero tomar la medida del enloquecimiento que produce esta nueva encrucijada legal.

Los padres son tomados en su deseo por esta nueva legalidad que fija reglas de producción del niño como objeto y que definen los límites y las posibilidades. Tal como lo dice Eric Laurent con sus palabras tan claras concluimos: “Si el psicoanalista tiene un rol frente a este enloquecimiento es hacer in-consistir la pasión que se aloja en este objeto valioso que emana de los que no quieren niños para nadie o de aquellos que lo quieren para todos. El psicoanalista debe mostrar a la opinión ilustrada y a cada sujeto la pasión universal en funcionamiento tras la máscara de las leyes de bioética. En el campo nuevo así creado exploramos el juego de pasiones y sus impasses, es decir los muros contra los que nos golpeamos en forma conjunta. El psicoanalista no es aquel que sabe cuál es la civilización ideal que se debe producir sino el que puede decir frente a un impasse: ¡ojo! Tu pasión está en juego”4.

  

Jacinta Duer, Psicoanalista, reside en Buenos Aires

Lic. En Psicología. Coordinadora del módulo Ficciones Jurídicas, Dpto Enlaces, ICdeBA EOL. Integrante del Observatorio de Legislación, Derechos, Subjetividades y Psicoanálisis. Maestranda Clínica psicoanalítica UNSAM.

 

Notas Bibliográficas:

1 Ansermet, F.: La fabricación de los hijos. Un vértigo tecnológico. Unsam Edita, Buenos Aires, 2018.

2 La Nación. Edición del 07/9/2019. http://www.lanacion.com.ar/2285370-nueva-copaternidad-desafio-ser-padres-sin-conocerse

3 Laurent, E. Los objetos de la pasión,  Tres Haches, Buenos Aires 2019, p. 103

4 Deffieux, J.P.: El deseo más allá del derecho. Lacan Quotidien N° 287. Febrero 2013 https://lacanquotidien.fr/blog/2013/02/lacan-quotidien-n287-jean-pierre-deffieux-rose-paule-vinciguerra-marie-helene-brousse/

5 Laurent E., Miller, J.A.: El otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005 p. 452

6 Laurent, E.: El niño y su familia, Colección Diva, Buenos Aires 2018. P. 104

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