Marcelo Marotta – La violencia neoliberal y su sujeto

La proclama que Lacan dirige a los analistas desde los inicios de su enseñanza: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”1, puede ser leída desde al menos dos perspectivas: en primer lugar teniendo en cuenta que la operación que el analista promueve en la experiencia analítica, cuando responde a la orientación lacaniana, sólo se produce acorde a la hora de los tiempos. En segundo lugar que la subjetividad de la que se trata está determinada por la impronta que sobre ella hace recaer el Otro social, participando en la constitución del sujeto del inconsciente y de los modos por los cuales responde a las marcas de la época.

A partir de estas consideraciones se hace evidente que el sujeto del inconsciente es compatible con el sujeto de la civilización abordado por Freud en su Malestar en la cultura.

Se trata entonces de cuestionar tanto un rasgo de esa impronta como el modo de la respuesta subjetiva, lo que en parte nos motiva a prolongar nuestro título presentándolo como La violencia del neoliberalismo y en el neoliberalismo…, en tanto ese Otro social se determina por la estructura de la cual Lacan afirmó que opera en la experiencia “como la máquina original que pone en ella en escena al sujeto”2.

La violencia, ya sea como engranaje de esa máquina o como respuesta posible del sujeto, deberá ser recorrida en el trayecto de la subjetividad al fenómeno social y su retorno, aislándola como fenómeno actual e histórico en los distintos ámbitos donde se extiende su presencia.

Así, para nosotros “la estructura no es ni una descripción ordenada de la realidad ni un modelo teórico elaborado lejos de la experiencia”, más bien ella “se produce en la realidad misma y determina en ella sus efectos de verdad, de goce y de sujeto”3.

La subjetividad de la época responde a ciertas problemáticas políticas, económicas y sociales que se despliegan en el país que se habita y que comparte recíprocas influencias con la región y el mundo en el cual se inserta.

Los efectos del neoliberalismo se perciben como en casi todo occidente, también en buena parte de América Latina, más aún cuando, uno de sus objetivos es alcanzar un cambio cultural que incluye, según sus dirigentes, un retorno a los valores republicanos que, al menos en Argentina, consideran se habrían perdido durante las gestiones que ellos califican de populistas. Este objetivo se suma a los ya clásicos del liberalismo, tales como la retirada del Estado sobre todo en su función de regulación de la economía, desplazando esta responsabilidad a la mano invisible del mercado.

 

Discurso individualista y discurso “transindividual”

Junto a estos objetivos quizás el intento fundamental del neoliberalismo sea la promoción del individualismo como criterio central de su concepción político-social y económica, para obtener lo que denominan la satisfacción personal de la individualidad. Para ello pretenden crear un ciudadano desligado de las cuestiones sociales y de sus organizaciones, que reivindique las capacidades individuales para alcanzar sus logros aportando, de esta manera, a un sistema meritocrático.

En uno de sus discursos Margaret Thatcher, impulsora de estas políticas en los finales de los 70, planteaba que “el individuo debería convertirse en el foco central de la sociedad” y, diferenciándose de las propuestas socialistas, reivindicaba “el derecho de cada uno a ser diferente… el derecho del hombre a trabajar como desee, a gastar lo que gana, a ser dueño de sus propiedades”, y culminaba afirmando que esos derechos “son la esencia de una economía de mercado y de esa libertad dependen todas nuestras otras libertades”4. Finalmente en 1987, disminuyendo la presencia de lo social en el individuo, dirá que “no hay tal cosa como la sociedad. Hay hombres y mujeres y hay familias”5.

No es exactamente eso lo que constatamos desde el inicio mismo de la experiencia analítica, puesto que cuando recibimos a los pacientes que nos consultan, se nos presentan como sujetos identificados a significantes de un discurso que le precede, que les fueron asignados de antemano. Es lo que Lacan llamó el campo del Otro o mejor el discurso del Otro que se despliega en el campo de ‘lo social’ o que marca la presencia de ‘la sociedad’.

Podrán ser sujetos deprimidos, adictos, angustiados, rechazados, desorientados…sujetos que padecen por palabras que les fueron dichas o que les deberían haber sido dichas, que los marcaron y de las que les cuesta escapar. En su Escrito “Función y campo de la palabra….” lo enuncia como un discurso concreto, que circula en la humanidad como “transindividual”, y que da un sentido y una verdad a los actos de ese sujeto.

Esta noción del Otro del discurso concreto que porta los significantes identificatorios en los que se constituye el sujeto y bajo los cuales también desaparece, es otra manera de abordar la idea de subjetividad de la época.

A partir del momento en que recibe a un sujeto atado a sus identificaciones, el analista debe tener en cuenta la subjetividad de la época, como si cada época estuviese unificada por un modo de descifrar el sentido y por un tipo de distribución del goce, o un modo de obtener satisfacción según un estilo de vida.

A medida que se va realizando este recorrido por las identificaciones, el analista podrá estar en condiciones de cuestionar ese fading identificatorio del sujeto, para concebir el final de la experiencia como el momento en que “la satisfacción del sujeto encuentra el medio de realizarse en la satisfacción de cada uno”, tal como lo plantea Lacan en su Escrito del 53, más allá que avanzada su enseñanza abandonará estos términos de realización y satisfacción para pasar a subrayar el desajuste entre la verdad que va surgiendo en la experiencia y lo real de esa satisfacción, de ese goce.

Con respecto a lo social que se manifiesta en la experiencia analítica, conviene tener presente que el campo del Otro no es único, no es un todo homogéneo, aunque más no sea porque no es todo significante y porque él mismo no sólo es Otro del sujeto sino que también es “Otro del Uno”6, razón por la cual Lacan pluraliza lo social en lo que llama los lazos sociales. En el psicoanálisis no abordamos a ‘la’ sociedad como una unidad sino a varios tipos de lazos sociales.

 

El sujeto neoliberal

Para cumplir con sus objetivos, la política neo-liberal de nuestro país de economía emergente se basa no sólo en los métodos del liberalismo global sino también en una constante injerencia del Poder Ejecutivo en el Judicial y una abierta complicidad entre el poder político –económico y el poder mediático, incluyendo maniobras de espionaje para– estatales.

Los efectos de este tipo de régimen llegan al consultorio: un paciente ligado a la función pública, cuya estructura subjetiva no tiene nada que ver con la paranoia, comenzó a dejar su celular en la sala de espera, habiéndose convertido en un ‘posible espiado’, etiqueta aportada por la época que permitió un trabajo analítico que aún continúa.

Lo cierto es que contando con estos recursos nuestro neo-liberalismo local pretende alcanzar ese cambio cultural que apunta a lo que podemos caracterizar como la producción de un nuevo tipo de subjetividad.

Este sujeto neoliberal “se unifica como sujeto “emprendedor”, entregado al máximo rendimiento y competencia, como un empresario de sí mismo” (…) “homogeneizado a una lógica empresarial, competitiva, comunicacional, excedida todo el tiempo por su performance. Sin la distancia simbólica que permita la elaboración política de su lugar en los dispositivos que amaestran su cuerpo y su subjetividad”7. Podemos reconocer así una serie de fenómenos donde se manifiesta la violencia neoliberal.

Una paciente, contadora especializada en políticas impositivas, luego de haber quedado por segunda vez desocupada y de haber pasado por distintas entrevistas y pruebas de evaluación, logra obtener un cargo de gerente en una empresa multinacional. Su misión será reestructurar esa gerencia donde se va a revisar lo referido a los aportes impositivos de la empresa. Está contenta, se ha formado lo suficiente para cumplir sobradamente con la función. Pero pronto comienza a sentir las exigencias del Directorio, se le reprocha que no resuelve con la rapidez requerida, que aunque su equipo es pequeño los informes deberían estar antes, que no se identifica del todo con la empresa y no se adapta a las urgencias que impone el tema. Se siente ‘destratada’ por su condición de mujer ya que muchas veces la convocan con un simple ‘vení chiquita’…. Aunque le resulte extraño, las exigencias sobre su rendimiento empiezan a hacerle sentir que quizás no esté a la atura de la tarea. Comienza a deprimirse, a veces dice estar ‘estresada’, su capacidad asociativa parece haber desaparecido, me pide que le de consejos, ‘tips’ para salir de esa situación. Decide ir a una psiquiatra para que la medique, intento disuadirla pero al tiempo me entero de que está tomando tranquilizantes…

La subjetividad creada por el neoliberalismo también se adosa a un nuevo malestar donde el sujeto parece estar siempre más allá de sus propias posibilidades, sometido a una lógica empresarial de rendimiento que inunda su vida, que propicia la impotencia para hystorizar su sufrimiento o preguntarse algo como para intentar descifrarlo.

Constatamos que la violencia neoliberal empuja a la búsqueda de consejeros, estrategas de vida, coachs que solucionen en el corto plazo los problemas promovidos por sus propias urgencias. De este modo intenta arrebatarle al sujeto la posibilidad de cuestionar los engranajes de la máquina que lo ponen en escena, que tienen que ver con el Otro social o con el Otro familiar, que además también es social.

Es cierto que ese sujeto que es puesto en escena se encuentra dividido ya que no es sólo espectador, sino también actor que interpreta, responde a su manera. Esto hace a la originalidad de la máquina que es propia de cada sujeto, puesto que también cada cual actúa a su modo aún sin saberlo, lo que motiva a que el sujeto la reconstruya en la experiencia analítica.

Correlativamente esta experiencia consiste en una caída de las identificaciones en las que se manifestaba la subjetividad de la época, así el psicoanálisis va en contra de las identificaciones a los rasgos provenientes del discurso del Otro encontrando su fin en una desidentificación del sujeto. De este modo el discurso analítico se presenta como el revés del discurso del amo que es comandado por el significante que promueve la identificación.

En los términos del último Lacan esta desidentificación quiere decir que, si se alcanza, el sujeto se desabona del inconsciente transferencial para abonarse al síntoma o mejor al sinthome, como para arreglárselas con él. Es un punto de mira que funciona desde el comienzo, marcando los carriles por donde el psicoanálisis buscará la solución.

Es en la perspectiva de esta política del síntoma que la orientación lacaniana debe incidir en los ámbitos políticos y sociales a través de lo que denominamos la acción lacaniana, para darle al acto analítico las consecuencias que pueda tener a nivel de lo social.

Finalmente, como constatamos que la subjetividad de la época implica al sujeto mismo de la experiencia analítica, se trata de ver las conclusiones que obtenemos de lo que escuchamos en ella “para responder a ciertos momentos, a ciertos impasses de la civilización, a ciertas problemáticas sociales y políticas como las que vivimos de manera distinta en cada país”8.

 Marcelo Marotta es psicoanalista, reside en Buenos Aires.

Miembro AME de la EOL y AMP. Miembro de la Dirección Ejecutiva del IOM2. Director del Centro de Investigación y Docencia de Bahía Blanca- IOM2. Co-fundador y co-responsable del Departamento de Estudios Psicoanalíticos sobre la Violencia. Docente del Instituto Clínico de Buenos Aires. Docente de la Maestría en Teoría y Clínica Psicoanalítica, UNSAM.

 

Notas:

1 Lacan, J., “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Escritos 1, Siglo XXI, Bs. As. 1988, p. 309

2 Lacan, J.: Observación sobre el informe de Daniel Lagache: Psicoanálisis y estructura de la personalidad”, Escritos 2, Siglo XXI, Bs. As. 1988, p.629

3 Miller, J.-A.,” El inconsciente es político”, en Revista Lacaniana de Psicoanálisis Nº1: La economía del psicoanálisis, EOL, Bs. As. 2003, p. 9

4 Curtis, A., El siglo del individualismo, Cap. 4, https://wwwyoutube.com

5 Thatcher, M., Las frases más destacadas de su carrera,

 https://wwwbbc.com/mundo/noticias

6 Miller, J.-A., “Un esfuerzo de poesía”, Revista “Mediodicho” Nº27, año 8, junio2004, EOL, Sección Córdoba.

7 Alemán, J., “Neoliberalismo y subjetividad, Página 12, Bs. As., 14 de marzo de 2013.

8 Bassols, M., “El psicoanálisis y la subjetividad de la época”, Desescrits, https://miquelbassols.blogspot.com

¡HAZ CLICK Y COMPARTE!