¿Existe una buena manera de provocar? Es para estudiarlo.

Hay un periodista del diario israelí Haaretz que evidentemente adora provocar. Su nombre es Roger Alpher. He leído no pocos de sus artículos con la sensación de que este hombre quisiera hacer explotar todo. Sus críticas enardecidas del establishment (el capitalismo salvaje en Israel, la corrupción, el militarismo israelí, la cuestión de los territorios ocupados , la falsedad de los medios , etc.) lo llevaron hasta un extremo de afirmar un día que este país (Israel) no es para él.
Fue un yerno, un joven de la familia, quien definió para mí de un relámpago a Alpher: “es un troll” dijo sencillamente. Pero lo dijo en una sobremesa, tranquilo, cuando pudimos comentar y conversar sobre lo que vendrá a continuación.
El “troll” no abandonó el país. Siguió escribiendo sus notas.
Un buen día, el primero de enero de este año, cuál no sería nuestra sorpresa de leer un artículo suyo donde el tono afectivo no era ya de la índole expansiva, confiada, segura de sí misma, de ataque, sino del orden del temblor, incluso temor, hasta podría ser angustia.
¿Qué es lo que causó la preocupación de Alpher? ¿Qué lo dejó contrito, presa de una vacilación, de una aprensión existencial? ¿Qué cosa provocó al provocador?
En esos días había venido a Israel, Jerry Seinfeld, el humorista stand-up. El pobre Alpher no tuvo mejor idea que ir a verlo. Quedó de cama, literalmente.

El humor de Seinfeld le pareció horroroso, negro, inhumano. “Para Seinfeld la vida no tiene significado”, escribió. “Es una estúpida manera de pasar los días hasta que llega la muerte. Para Seinfeld, el aburrimiento es esencial a la existencia humana”.
“Uds. están aquí porque no tienen nada mejor que hacer” escuchó Alpher esa noche de boca del humorista. “Vinieron aquí porque se sentían mal en el lugar donde estaban antes”. “Para Seinfeld –escribe Alpher– el occidental es una criatura patética que con mucha dificultad se saca a sí mismo de su casa y cuya mayor ambición es comer en lo que según se dice es el mejor restaurante de la ciudad”. “El hombre contemporáneo es según él una manera de transportar el teléfono celular de un lugar a otro”.
Lo que más parece haber shockeado a Alpher es cómo describió Seinfeld la vida conyugal. “El marido es como un globo que perdió gran parte de su helio y que deriva sin rumbo en la casa, no necesitado por nadie, desinflado de su potencia fálica. Desde que los niños nacen, están destinados a reemplazarlo”.
Si dije antes que lo dejó de cama, es porque según Alpher, Seinfeld sufre de depresión, una depresión seria. Necesita ayuda.
Cuando sucede que un troll necesita acudir al diagnóstico de enfermedad mental para ubicar mejor el blanco de su argumentación, es que la provocación misma, ella y no ninguna otra cosa, ha dejado escapar algo de “lo real de la vida”. Ya no le alcanza. Necesita la verdad objetiva.
El humorista, por el contrario, respira cómodo allí donde el provocador político siente que le falta el aire. El humorista no define por anticipado su agenda.
Marco Mauas es médico y psicoanalista, reside en Tel Aviv.
Miembro AME de la NLS y de la AMP. Integra el GIEP de Israel. Coordinador de Dor-a, Estudios Freud-Lacan en Tel Aviv (dirigida por Jacques-Alain Miller). Estableció la traducción de Jacques Lacan al hebreo del Seminario 20, Aún y Escritos 1, de próxima aparición.