El surgimiento de un hecho disruptivo como la pandemia, con clausura absoluta del aparato productivo, presenta dificultades para cuantificar la profundidad y los impactos sobre la economía mundial. Una situación con numerosos diagnósticos, que involucran crisis financieras, sanitarias y ecológicas, crisis de las instituciones globales, crisis del capitalismo, alimentan dinámicas complejas para estimar la dirección y sus efectos en las sociedades. Desde finales del 2019 se han modificado 3 veces las estimaciones sobre tasas de crecimiento de las economías (PBI), del comercio mundial y los efectos sobre el empleo y la pobreza.
Los Estados, y sus políticas de intervención, vuelven a ser el elemento fundamental, al momento de intentar morigerar los efectos de una crisis de semejante magnitud, e intentar modificar el sentido negativo del ciclo económico.
Todo lo que se sostenía como buena práctica económica, como piedra basal del neoliberalismo, la no emisión monetaria ligada al déficit del sector público, salen de la agenda de discusión de la política económica. Las emisiones monetarias y déficits fiscales responsables de ahogar el funcionamiento de los mercados, de la inflación, y de no generar procesos de inversión, aparecen fuera del foco de las políticas económicas de todos los países. En una crisis de semejante magnitud, es el Estado, como nos muestra la Historia, quien diseña los instrumentos que permiten morigerar los efectos de la caída de los niveles de actividad. En todas las economías, y a pesar de encontrarse muchas con menos grados de libertad y restricciones por endeudamiento, se impulsan paquetes de intervención que llegan en algunos países a un déficit de 10% de PBI.
La debilidad y vulnerabilidad macroeconómica exhibida por la economía mundial y la regional, muestra para el período 2013-2019, una variación promedio anual del 0.4% en las tasas de crecimiento en Latinoamérica (Latam), la menor desde la década del 50. En el período anterior, 2007-2013, la tasa de crecimiento de Latam fue del 3.5%, lo que muestra claramente el efecto de ralentización de la economía regional se cristaliza a partir del 2014. Todos los países de Latam, muestran en paralelo, un crecimiento de la deuda pública, en promedio del 15% del PBI regional, llegando, en países como Argentina, al 90% del PBI y en Brasil al 76%. En el caso argentino y en otras economías de Latam, no se produjo una postura crítica sobre la poca pertinencia de los procesos de endeudamiento, e inevitablemente el problema recayó sobre la economía real. Adicionalmente, se produjo en los últimos meses, un fuerte procesos de fuga de capitales, que generó importantes movimientos cambiarios. Desde enero 2020 hasta abril del corriente, Brasil devaluó 32%, Uruguay 17%, Colombia 21%, Chile 16%, México 27%, a modo de ejemplo.
Estos hechos, presentan un correlato histórico con la crisis del 2009, crisis financiera que llevo a la Economía Mundial a un proceso de Endeudamiento Global, para terminar en la actualidad, según el Instituto de Finanzas Internaciones, con un nivel de deuda global de 250 billones de dólares, esto es, un 320% superior al valor del PBI mundial1.
Las estimaciones hechas por el FMI (Fondo Monetario Internacional), CEPAL (Comisión Económica para América Latina), OMC (Organización Mundial de Comercio) y BM (Banco Mundial), presentan al menos 3 revisiones en el transcurso del 2020. El shock está produciendo una importante contracción del PBI mundial. En el mes de Abril se estimaba una caída del 3%, y en la última revisión del FMI y BM de Junio, la caída oscila entre el 4.9% y el 5.2%.
Las economías enfrentan la contracción más grande desde la guerra del 14´ o la crisis del 29´, que tuvieron caídas del PBI global del orden del 5%. En la actualidad, el freno abrupto de la actividad productiva y el desplome del comercio internacional, incrementarán la magnitud de la recesión, y la evolución de los indicadores globales se acercarán a los resultados de las grandes crisis mencionadas (esto nos permitirá reflexionar sobre el modelo de inserción internacional y las posibles alternativas de reactivación).
Esas mismas estimaciones de tasas de crecimiento para el año en curso, sumado a la incertidumbre sobre la duración y salida de la pandemia, consolidan recesiones en países como USA con -8%, la Eurozona con -10.2%, Japón con -5.8%, y China, que había quedado fuera del impacto de la crisis financiera de 2009, este año prevé un crecimiento del +1%2. Vale mencionar que la economía de USA, la Eurozona y China representan el 63% de la economía mundial, a efectos de dimensionar el impacto sobre el resto de las economías cuando sus niveles de crecimiento se deterioran3.
El comportamiento del comercio mundial, que se había deteriorado en 2019 un -0.4%, puede presentar según estimaciones de la OMC, una contracción de entre un -13 y un -32% de caída, dependiendo de la posible salida de la pandemia y la puesta en marcha de los aparatos productivos de bienes y servicios, y en su informe al mes de Junio el desplome del comercio mundial era de -18.5%4.
Las estimaciones presentadas sobre tasas de crecimiento y comercio, tienen un importante impacto en los niveles de empleo, pobreza y distribución del ingreso. Esta situación deriva, en un deterioro de las condiciones laborales y la tasa de desempleo llegaría al 11.5% promedio para Latam, con 38 millones desocupados sobre una población total de 620 millones (11 millones más de desempleos de la situación previa a la crisis), y aumentando los niveles de pobreza a 215 millones de personas, de la cuales 83 millones en situaciones de pobreza extrema.
Esto nos permite reflexionar e interrogarnos sobre las posibilidades de salida y reconfiguración de los modelos de producción, de distribución del ingreso y de inserción internacional. Si bien la discusión de fondo no se aborda en estas líneas, convergen problemas de la economía mundial, regional y local: disputas de hegemonías, guerras comerciales, aranceles y represalias comerciales, relocalización de actividades, malestares sociales, ruptura de cadenas de solidaridad, destrucción de empleo, etc., indican que el modelo de globalización que se impuso en los últimos 50 años tendrá perturbaciones inevitables y severas.
En el actual contexto internacional, la preocupación desde los países desarrollados es la restricción que pueda operar sobre el comercio mundial. Las principales instituciones internacionales sostienen que los estímulos fiscales y monetarios son correctos para garantizar alguna contención sobre el sistema. Pero en el área de comercio requieren un funcionamiento abierto de las economías y la no imposición de restricciones de acceso a mercados. Notable. Porque las restricciones de acceso a mercados es lo que hacen los países desarrollados. Desde nuestra región, varios gobiernos, en el marco de relacionamiento externo y su aceleración ciega, abogan por la firma de tratados de libre comercio. Es temerario, por las razones expuestas, ya que consolidan a futuro, una tragedia a cualquier intento de industrialización, con agregación de valor, incorporación de tecnología y generación de empleo. Así como lo propone el Tratado de Libre Comercio firmado por el Mercosur (gobiernos neoliberales) y la Unión Europea, es un viaje sin escalas al siglo 19.
Con la pandemia sin resolución a la vista, la incertidumbre puede convertirse en regla. Diferentes emergencias y retrocesos democráticos, no permiten abordar discusiones sobre el papel de la región en el mundo. Sin calma sistémica y en el centro de una tormenta que puede ser perfecta, el impacto sobre el patrimonio productivo y el empleo de nuestros países y la región completa puede ser muy negativo. Tenemos que identificar el problema que enfrentamos para discutir diferentes y posibles soluciones. Es nuestra responsabilidad política. No se puede conducir a los pueblos a derrotas permanentes.
Osvaldo Alonso es economista. Reside en Bs.As.
Profesor Titular de Macroeconomía y Política Económica Untref, Unpaz. Jurado de tesis de posgrado UBA. Coordinador de la carrera de Asuntos Internacionales de la UNTREF. Ex docente de UBA, FCE y FCS. Ex docente de UNAJ.
Notas bibliográficas:
1 Todas las teorías de ciclos económicos, desde autores como Marx, Kondratieff, Mandel, Schumpeter o Minsky entre otros, se referencian en crisis de carácter endógeno o exógeno, con abordajes desde diferentes perspectivas. La situación actual indica un freno abrupto sobre la actividad económica global, lo que implica características complejas como categoría de análisis. Las discusiones teóricas implicaban una perpetua fuga hacia adelante del sistema con profundas restructuraciones internas de raíz tecnológica, revolucionando constantemente los instrumentos de producción, con el vector de tasa de beneficio como factor central y la reducción de costos por aumento de productividad. La regla de acumulación en la fase de salida de la crisis se vinculaba a la expansión de mercado doméstico o el internacional. Los niveles de productividad relativa determina la estructura jerárquica en el sistema internacional. La expansión posterior a la pandemia y la reapertura de mercados muestra a priori ciertas complejidades en la medida que el marco multilateral se debilita.
Se modifica la visión sobre la integración mundial con una reformulación radical, con énfasis abierto puesto en la capacidad de los mercados de corregir espontáneamente la inestabilidad del sistema. El retroceso del estado de Bienestar, la liberalización financiera y flexibilización del mercado de trabajo aparecen como recomendaciones del paradigma dominante, se encuentran en la base del cuestionamiento en la medida que la desigualdad siempre es el costo de una eventual prosperidad.
2 De hecho, el Gobierno Chino no presenta estimaciones de crecimiento para el año 2020. La emergencia de China como potencia en la esfera económica comercial, ha logrado aumentar en forma significativa su participación en mercados de alta, media y baja tecnología. Sus empresas empiezan a ser jugadores mundiales, con el desarrollo de políticas industriales y tecnológicas muy diferentes al paradigma liberal. (Desde el año 2011 China se convierte en el principal actor de inscripción de patentes a nivel internacional y la brecha con USA continúa siendo creciente).
3 En las fases de crisis sistémicas, considerando ondas largas de crisis, el desarrollo del canal financiero por sobre el productivo acelera el proceso de endeudamiento. Previamente al proceso mencionado, se produce el cierre de espacios de rentabilidad y se vuelcan al canal financiero los beneficios obtenidos, deteriorando la distribución del ingreso y la generación de empleo. La comparación con las dos últimas crisis desde el centro a la periferia, se caracterizan por un contexto de deterioro en la tasa de ganancia, libertad exacerbada de mercados, hegemonía de pensamiento liberal, alta financiarización, disfunción de la economía real, caída del comercio y mercados de valores. La salida del ciclo se produce con intervenciones de los Estados. Cuando se estiman caídas tan abruptas en la economía mundial, la rectificación del ciclo necesita una inyección potente de volumen de capital y apertura de mercados. En la actual fase no se vislumbra con claridad la posibilidad de las condiciones mencionadas. Es interesante revisar las agendas de política de Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, China, entre otros, para dimensionar los niveles de intervención y protección en el marco de complejidad de las agendas públicas.
4 Los indicadores de deterioro del comercio, comienzan en la denominada guerra comercial entre USA y China, lo cual derivó en la fase uno del acuerdo comercial entre ambos, pero la aparición de la pandemia determinó un corte del acuerdo que buscaba intentar equilibrar la balanza comercial deficitaria para USA en 300 mil millones de dólares.