Reginald Blanchet – «Estar en el campo político como analista»

«[…] hacer existir el psicoanálisis en el campo político.
Freud y Lacan nunca han hecho algo parecido …
Es un paso que doy … «

Jacques-Alain Miller
«Conferencia de Madrid»1

La política y el psicoanálisis, desde la aparición de este último, han estado ligados. El psicoanálisis en principio se ocupó de la política tratando de elucidar los fenómenos propios de la vida colectiva, y los impasses resultantes del «malestar en la cultura». Asimismo el psicoanálisis fue investido a su vez por la política, los poderes públicos buscaron extraerle oportunamente todos los beneficios que podían o por el contrario controlar el discurso limándolo, a veces con la ayuda de los psicoanalistas mismos. Pero fue a principios de este siglo que el psicoanálisis fue atacado de frente y con la virulencia que conocemos por el amo capitalista. El neoliberalismo dominante pretendía terminar de una vez por todas con ese discurso rebelde a toda normalización. De hecho, existe una incompatibilidad estructural entre la subjetividad gerencial requerida y promovida por el neoliberalismo y el sujeto del psicoanálisis. La inversión del campo político por el psicoanálisis se había limitado hasta ahora a afirmar la utilidad pública del psicoanálisis y defender sus intereses.

Pero es muy directamente en el nivel político, y de una manera declarada, que el psicoanálisis lacaniano fue llevado a tomar una posición cuando, recientemente, en Francia, la democracia estaba seriamente amenazada por la eventual elección a la presidencia de la República de la candidata del Frente Nacional. Esto no es fortuito. De hecho, existe una incompatibilidad antagónica entre el discurso psicoanalítico y las políticas que atacan las libertades civiles. Esto se debe a que la existencia del psicoanálisis está estrictamente condicionada por la existencia de la democracia. De hecho, debe postularse que, en su fundamento, el sujeto del psicoanálisis, el sujeto analizable, es necesariamente el sujeto de la ciencia, como lo establece Lacan, como el sujeto de la democracia promovido por Jacques-Alain Miller.

Se deduce que el psicoanálisis se encuentra, por su propia naturaleza, implicado en el orden democrático que rige nuestras sociedades. No se trata solo del malestar en la cultura, cuya política, por definición, hace síntoma. Se preocupa del orden democrático, porque de él depende su existencia misma. No puede ser indiferente a los avatares de los procesos sociales y políticos que afectan el régimen democrático de nuestras sociedades.

La intervención del psicoanalista en política es entonces de dos órdenes. Es ante todo una interpretación. Interpreta el lazo social y su impensado. Leer lo real en juego en política, la política siendo ella misma una interpretación en acto de lo imposible que la funda: lo imposible de gobernar (Freud), y aún más profundamente lo imposible del lazo social en sí: la no-relación sexual (Lacan)2.

Pero la intervención del analista en política también es del orden de la toma de partido. Se trata entonces de defender y promover la existencia del discurso analítico y sus condiciones políticas de existencia: el régimen democrático. Esto debe entenderse en el sentido preciso de la existencia de libertades públicas y privadas. Se trata además de tomar una posición sobre las cuestiones que afectan directamente al lazo social, y las formas de hacer con lo imposible en que se basa y al cual Lacan dio el matema en su fórmula: «No hay relación sexual». La toma de posición del psicoanalista lacaniano en favor de la libertad reconocido por la ley con los derechos y obligaciones que emanan de eso, de escoger su cónyuge cualquiera que sea su sexo de pertenencia  es el ejemplo más reciente de la política del psicoanalista lacaniano dirigida por Jacques-Alain Miller.

En esto se opuso, y esto es también otra faceta de su compromiso en el campo de la política, a la explotación del saber psicoanalítico, o que se pretenda tal, para suturar el malestar de la civilización mediante el uso de soluciones represivas caracterizadas por forcluir el hecho de que lo social no puede eliminar la excepción que debe seguir siendo todo sujeto para los otros.

En resumen, se trata de asumir como analista la condición contradictoria de la inserción de la ética del deseo del analista en el discurso de la política. Este último releva la ética del Amo. Entre el discurso del analista y el discurso del Amo hay incompatibilidad. Pero el discurso del analista puede investir y, por tanto, debe hacerlo, la falla del discurso del Amo para evitar que se cierre en una deriva de autoritarismo político, o de totalitarismo societal, como respuesta a lo imposible de gobernar. El psicoanalista tiene que hacerse el guardián en acto de lo imposible y de su real. También es vigía ya que es el portador de un saber llevado a sus últimas consecuencias sobre lo que cuesta vivir, y sobre lo que el precio que se paga por vivir siempre implica como tentación de una solución final.

 

Reginald Blanchet es psicoanalista, reside en Atenas y en Tesalónica.

Miembro de la ECF y de la NLS. Es docente del Colegio Clínico de Atenas (Sociedad helénica de la NLS).

 

Traducción: Lorena Hojman

Revisión: Eduardo Scarone

 

* La fórmula de nuestro título es de J. A. Miller, « Zadig en Italie », Lacan Quotidien, N° 706, 25 mai 2017. http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2017/05/LQ-706.pdf

Es también el título de la intervención pronunciada por mí el 2 de julio de 2017 en el Foro organizado en el marco del 4° Congreso Europeo de Psicoanálisis PIPOL 8, en Bruselas. Esta apareció en Lacan Quotidien, n° 736 le 14 juillet 2017.  http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2017/07/LQ-736.pdf

 

 

 Notas bibliográficas:

1  Pronunciada el 13 de mayo de 2017 y publicada en Lacan Quotidien, N° 700, 19 mai 2017.

2 Ver mi última crónica titulada « Le champ transférentiel de la politique aujourd’hui » aparecida en Lacan Quotidien N° 785 du jeudi 13 septembre 2018.

 https://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2018/09/LQ-785.pdf

 

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