Santiago Riveros Oliva – El complot del televisor y la heladera (Parte I)

Se anuncia por estos días1 el inminente escenario de disputa abierta entre dos contrincantes: dos pesos pesados en la categoría electrodomésticos, la heladera vs. el televisor. Un jurado de electores calificaría la eficacia de los golpes que asestarían cada uno. Se abren las apuestas…

La res extensa argentina se viste de ring, en tanto cuadrante polarizado por dos beligerantes auspiciados desde la maquinaria ideológica. Los dueños del supermercado especulan, y expectantes pueden empezar a frotarse las manos.

Como en todo show de envergadura, éste también ha sido resuelto de antemano. Los enemigos ‘declarados’ se esculpen en el mismo camarín y frecuentan los mismos cumpleaños. La tregua, también es automática en el mundo de las máquinas, y tras proliferarse desdenes, aseguran la trama ficticia de la supuesta fatídica batalla.

Nuestra misión es desmontar el circo de los confidentes, a poco de empezar el espectáculo.

Preguntemos, ¿Por qué habría de enfrentarse un televisor con una heladera? ¿Qué diferencia irresoluble los tensiona? La apodada ‘caja boba’ es auspiciada desde sus efectos manipuladores, un novedoso péndulo que hipnotiza la muchedumbre y la hace descansar en el sueño del sentido común. Bien, tomemos estos alegatos con pinza, pero muy en serio. En la otra esquina, una heladera: presentada –con bombos y platillos– por su poder de hacer caer en la realidad a los electores, ya que conserva en su seno las primerísimas necesidades de los sujetos, sus alimentos. Bien, pues, tomemos con pinza estos alegatos, pero seriamente.

El jurado escucharía atentamente al televisor, luego abriría la heladera, y resolvería en sentencia firme, una conclusión en favor de uno u otro. El ring electoral se desmontaría y el público habría elegido. Tal es el espectáculo.

Pensar implica encontrar los matices que las lógicas binarias no buscan. Una consigna que se difunde en vísperas de las elecciones legislativas es, «¿A quién le vas hacer caso, a tu televisor o a la heladera?» Lo que intenta interpelar el mensaje, es un supuesto abismo que separa «lo que el ciudadano mira y escucha por televisión», es decir, el discurso de los dueños de los mass-media que intentan convencer a la población de una verdad particular, y «lo que al ciudadano realmente2 le sucede», es decir, la pérdida del poder adquisitivo, sintetizado  –por metáfora– en una heladera cada vez más vacía. La lógica del mensaje intenta separar ‘lo que al pueblo le dicen que es la realidad’ y ‘lo que la realidad es’. Lo cierto es que, y vamos a ser taxativos, a la Realidad poco le interesa este debate y ha decidido la indiferencia.

El portavoz de la consigna es la actual oposición política, que interpela a la sociedad desde el socavo de los derechos que lleva a cabo el modelo neoliberal del gobierno actual. Quien además cuenta con el blindaje mediático de los canales de televisión con mayor proyección nacional. De este modo, se esfuerzan por persuadir a los electores de que, frente a la construcción de la realidad que hace el gobierno actual –con complicidad mediática–, existe una realidad per se (sin intermediarios) que es el bolsillo de la gente y el consumo cotidiano («¡Es la economía…!»).

En el presente ensayo intentaremos demostrar el bienintencionado, pero equívoco, planteo del movimiento popular3, en cuanto que siempre intenta interpelar al electorado desde el supuesto «órgano más sensible del hombre»4 (su bolsillo) y por considerar – ninguneando los avances científicos del psicoanálisis desde principios del siglo anterior– que el ciudadano vota desde sus necesidades.

 

Necesidad, Demanda y Deseo, no coinciden en la constitución subjetiva

Si existiera algo así como una ‘necesidad pura’, la heladera ganaría las disputas sin demasiado problema. Ejemplifiquemos desde la vergonzontología 5: si la Materia existiese indiferente a la Idea, no solo que el votante elegiría ‘con su hambre’, sino que ni siquiera haría falta votar, la democracia representativa no existiría, y de la política…ni hablar, no habría tal cosa. La Materia, por sí misma, explica muy poco del comportamiento humano.

Por esta razón es que al cachorro humano se le llama ‘infante’, que no es otra cosa que “el que no tiene voz”. Es puro instinto6 en tanto que no ha accedido al lenguaje. Del mismo modo, y como una cinta de moebius7, la Idea descansa en la Materia –su soportal. Si la idea existiera con independencia a la materia– como el Dios del nuevo testamento –la voz desaparecería, cual ventisca in-modulada: ni diafragmas que respiren, ni cuerdas que entonen, ni vocales ni consonantes, ni pabellones receptores, ni oídos que escuchen. Nuevamente la Política se esfuma si no hay cuerpo.

Primera aventurada conclusión: La Política juega en la dialéctica ‘materia-idea’, es decir, en el “cuerpo-hablante”.

La consigna, llevada al extremo de la ingenuidad, quedaría expuesta de este modo: ¿A quién le vas a hacer caso, a la Materia o a la Idea? Expresada de este modo, se vislumbra mejor el hecho de que pretendamos llamar la atención de nuestros interlocutores. Y tenemos, al menos, dos razones sencillas para exponer estas operaciones intelectuales: En primer lugar, porque tal vez sea necesario hacer política con una teoría del sujeto. Y en segundo lugar, porque tal vez podamos acercar algunas hipótesis de trabajo al Movimiento Popular, que sean útiles al desarrollo de los espacios que lo componen.

Hasta aquí, la primera parte de este ensayo.

 

 Santiago Riveros Oliva estudia Ciencia Política, reside en San Juan, Argentina.

Es estudiante de Ciencia Política de la UNSI y preside el Centro de Estudios Políticos Encuentro Latinoamericano (CEPEL) de reciente creación.

 

Notas:

1 Nos referimos a un contexto en particular: Las elecciones legislativas de 2017.

2 ¿Cómo saber lo que ‘realmente’ le sucede al ciudadano? ¿No se estará circunscribiendo demasiado lo que implica ‘realidad’? Me parece más conveniente, hablar de índice de Realidad.

3Movimiento o Campo Popular, para designar en términos generales el complexio opositorum al actual gobierno neoliberal de Mauricio Macri.

4 Expresión famosa (aquí descontextualizada) del ex presidente, Juan Domingo Perón.

5 Expresión de J. Lacan. Es una forma jocosa de decir, ‘nos da vergüenza hacer ontología’, es decir, afirmar lo que las cosas son.

6 “Perverso polimorfo”, dirá Freud.

7 Figura geométrica con cualidades específicas. La más destacable, es el hecho de que aparenta tener dos superficies aunque solo posea una. En este texto, lo utilizamos para representar las dos caras de una misma moneda, Idea y Materia.

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