Silmara Lídia Marton – “Educación brasileña al borde del abismo neoliberal: por la urgencia de la construcción de sentidos”

Doy inicio a este texto inspirada por la idea de la relación entre sujeto y temporalidad, utilizada por el filósofo Franklin Leopoldo e Silva, que sugiere el reconocimiento de la condición del sujeto como testigo de un tiempo, pero marcado por un repertorio de sentidos, significaciones y valores condicionados a una historia pasada que, por la memoria, se imponen para la construcción de percepciones, impresiones e interpretaciones de los acontecimientos del presente. Esta relación se ofrece, en un primer momento, como acto filosófico alimentado por la negatividad que emerge de las condiciones en que se vive y piensa y, en un segundo momento, como posibilidad de trascendencia de ese estado por la reflexión en la perspectiva de la elaboración de sentidos y significaciones para el futuro sin la pérdida de su compromiso con lo que le dio origen. “Una temporalidad en que los sujetos son testigos de su presente y de su pasado; entonces, los hechos que quizás vengan a consolidarse serían ante todo significaciones y valores producidos por una cierta visión del presente y del pasado –y también por una cierta expectativa del futuro” (SILVA, 2002, p. 12).

Atenta al cuidado con el ejercicio del pensar como ampliación de la conciencia, a la urgencia de la escucha como espacio del sentir la problemática de un tiempo y a la necesidad de dialogar con vistas a la apertura de comprensiones de la realidad para su transformación, encuentro en Deleuze y Guattari uno de los sentidos primordiales para escribir las líneas que siguen: “Filosofía es el arte de crear conceptos” (DELEUZE e GUATTARI, 1992, p. 56 e 57). El concepto no es algo fuera de la historia, pero tiene historia y se efectiviza en nosotros, en las cosas, en nuestros cuerpos. Concepto es estrategia para pensar mejor el mundo, de modo que nuestra visión se amplíe, se profundice. Los conceptos son herramientas que necesitan funcionar, producir efectos y mover transformaciones. Por esa razón, filosofar es del orden de la resistencia al que está fijo, inmóvil e inmovilizador. Necesitamos pensar para que no perdamos nuestra sensibilidad, no dejando de sorprendernos con lo que sucede. Sirve para que nunca olvidemos los sentidos de la vida, de la afirmación de la dignidad humana, de su responsabilidad histórica y compromiso con el pasado, presente y futuro. Ante la banalización de la importancia del pensamiento, de la negación de la existencia humana, de la destrucción avasalladora de espacios democráticos, de la opresión del capital sobre las formas de vivir y de pensar de la amplia mayoría de la población brasileña, de la escasez de tiempo libre para el acceso a la cultura y al saber, de los frecuentes actos de retroceso contra la libertad de expresión, necesitamos buscar fuerzas subterráneas a fin de no ceder a la propia cosificación.

Estamos al borde de un abismo en Brasil. Sentir y pensar en esas condiciones trágicas ha sido extremadamente difícil: un país en el que más de 90% de la población sufre violencia simbólica y física1, acometida cotidianamente por los crímenes políticos, destituida de la circulación amplía de la cultura y del saber, con altos índices de desempleo, con el hambre, negada de sus derechos sociales y políticos, amenazada por el fusil todos los días, afrontada en su dignidad humana, en su diferencia, en su diversidad étnica y racial, política, generacional y de género, en sus formas colectivas y singulares de vivir.

Vivimos en Brasil bajo la sombra de una lógica del capital que impide el ejercicio del tiempo del pensar y pensarse y como oportunidad de socialización de reflexiones, imprescindible a una vida menos mecanizada, condicionada, automatizada, instrumentalizada, cosificada, anulada.

La Educación está en la mira: PEC 55, una Enmienda Constitucional aprobada en diciembre de 2016 por el Senado Federal con 53 votos a favor y 16 en contra2 limita en los próximos 20 años los gastos públicos esenciales en educación y salud, comprometiendo toda una generación de niños, adolescentes y jóvenes.

El gobierno de Temer, sin representatividad en la arena popular y sin ofrecer ninguna perspectiva de mejora de las condiciones de trabajo, salud, educación, seguridad pública y vivienda de la población, pero, por el contrario, actuando por la intensificación de la retirada total de los derechos, asumió el poder en 2016 seguido del recurso de impeachment contra la, entonces, presidente Dilma Rousseff, que había sido elegida por la voluntad popular y democráticamente. Temer, los parlamentarios y sectores conservadores de la sociedad brasileña se sirvieron de dispositivos previstos en ley para forzar su derrocamiento.

“En Brasil, el golpe en 2016 contra Dilma Rousseff nos exhibió la fuerza de los sectores conservadores y económicos brasileros e internacionales, ninguneando a la sociedad. En este sentido, parte del Poder Judicial y especialmente el Supremo Tribunal Federal mostraron a partir de sus sentencias rasgos de partidización, selectividad activa y flexibilización en las interpretaciones dependiendo de la necesidad de los dueños del poder. Tornándose base de apoyo para los sectores conservadores, perdiendo la población la credibilidad de su justicia” (DEL RÍO, 2017, p. 187).

Desde entonces, las instituciones escolares y universitarias públicas en Brasil están cada vez más en la mira de esas fuerzas neoliberales y conservadoras que insisten en conducirlas a un negocio, a un producto, a la acumulación del capital, como parte de un proyecto de país comprometido con la destitución de los derechos sociales, políticos y humanos de casi toda la población. La universidad pública sufre ataques diarios con medidas arbitrarias tuteladas por un gobierno antidemocrático, neoliberal, golpista. Es necesario, en contrapartida, la resistencia valiente por la preservación de ese espacio de lectura privilegiada, rigurosa, crítica de la historia como pasado que, rememorado, discutido, debatido, dialectizado, enunciado, sea portador de sueños colectivos. El trabajo es arduo, necesario, crítico, procesal y fundamental. Nuestra resistencia se mide por la lucha diaria en lo cotidiano de nuestras relaciones, en los movimientos sociales, en los grupos y colectivos de las minorías, entre los trabajadores y en estos espacios institucionales donde encontramos y creamos dispositivos para fortalecernos política, colectiva, epistemológicamente y en la praxis.

En una entrevista reciente3, la filósofa Marilena Chauí destacó la naturaleza destructiva del neoliberalismo al afirmar que su marca está en el “desmantelamiento de todas las formas de socialdemocracia, por lo tanto, en la destitución de la dirección de los fondos públicos hacia los derechos sociales. Todos los derechos sociales son abolidos por el neoliberalismo. Son transformados en servicios que usted compra y vende en el mercado. La gran privatización liberal no es de las empresas estatales”. A continuación, Chauí destaca el papel de la construcción de un aparato ideológico que legitima, valora y garantiza para que tal régimen se fortalezca y se reproduzca: “Hecho ese servicio, usted va a necesitar de una ideología que diga que eso es óptimo, que eso no podría ser mejor. La ideología neoliberal dice que no existen clases sociales. Cada individuo es una inversión que la familia hace y eso hace a que cada uno se piense como empresario de sí mismo. Él cree que va en busca de un empleo y que él negocia de igual a igual con el empleador”.

Los medios de comunicación de masa, financiados desde hace muchas décadas por los grandes empresarios, teniendo en cuenta el ocurrido pos-golpe del ‘644, inducen cotidianamente las mentes de gran parte de la población a la creencia de que, como individuos totalmente desarraigados del espacio colectivo, se salvaron. El individualismo, la privatización de los derechos sociales, la desresponsabilización del Estado integran el orden implícito que sostiene tales ideologías en los mensajes televisivos, en las informaciones de los grandes periódicos, revistas, sitios y blogs.

Las categorías, principios, conceptos, discursos y valores estudiados y debatidos históricamente y conquistados arduamente en las universidades, escuelas, movimientos sociales, sindicatos de trabajadores y colectivos de las minorías nos ayudan a mapear y comprender más críticamente el contexto social, político, económico y cultural en que vivimos. Pero, compiten de forma desigual en los espacios de comunicación con los grandes medios que, a su vez, actúan en la manipulación de las informaciones por medio de un proceso veloz de distorsión y borradura de los acontecimientos bajo la fórmula de palabras vacías, ideologías, promesas de futuro.

La praxis de los investigadores, profesores y estudiantes inmersos en los espacios institucionales de circulación y democratización del saber viene siendo cada vez más silenciada, con denuncias hechas a rectores5 y profesores de universidades públicas. Necesitamos recordar que el conocimiento científico resulta de la preservación del patrimonio cultural acumulado por décadas a partir de las diferentes interpretaciones acerca del mundo. También resulta de las síntesis construidas a partir de la lectura de las condiciones materiales e inmateriales de la existencia de enorme parte de la población pobre y masacrada históricamente, con sus saberes, culturas, prácticas, conocimientos y diversidad cultural, étnica y racial, religiosa, política, de género y de generación. El neoliberalismo causa la ilusión trágica de que esas historias y sus síntesis no existen de modo que impide que la mayor parte de la población pobre engullida por el chrónos, y que vende su fuerza de trabajo, no pueda ejercer el tiempo de áion para experimentar las intensidades del tiempo de la creación –el tiempo libre, indispensable al pensar.

La libertad es el uso del tiempo más allá de la necesidad, cuando las necesidades fundamentales están suplidas. Un tiempo libre puede ser el tiempo de la creación, de la cultura, del arte, de los afectos. En la sociedad capitalista, el tiempo es devorado para la mayoría de los seres sociales. Deben tener, cada día, renovada la necesidad fundamental de asegurar su subsistencia, ya sea a través de un empleo, ya sea a través de la venta de su fuerza de trabajo bajo cualquier condición. El tiempo deja de ser el compás de la vida para convertirse en la medida social de la producción del valor (“tiempo es dinero”); cuanto más tiempo y más trabajadores disponibles, mayor la posibilidad de extracción de valor y, por consiguiente, de valorización del valor (FONTES, 2017, p. 410).

Las ideologías que revisten discursos educativos aparentemente virtuosos, a través de la sumisión y aprobación de proyectos de ley con la complicidad de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial6, seguidos de la implantación de políticas curriculares en la forma de directrices y parámetros educativos, se hacen presentes en sus más curiosas y nefastas modalidades: “escuela sin partido”, “reforma de la enseñanza media”, “base nacional común curricular”.

La primera – “escuela sin partido”, entre otras funciones, ejerce el papel de culpabilizar el trabajo docente invirtiendo la comprensión de categorías como ‘doctrina’, ‘ciencia’, ‘ideología’, ‘política’ y construyendo la falsa idea de que producir conocimiento en la escuela articulado con política es ‘adoctrinado ideológico’.

La segunda – “reforma de la enseñanza média”7 imprime en los jóvenes y, principalmente en los más pobres que frecuentan la escuela pública, por lo tanto, trabajadores con formación de nivel básico incipiente y que, dadas sus pésimas condiciones materiales de vida, necesitan abandonar los estudios para trabajar, a creer que van a construir sus ‘itinerarios formativos’ dentro del espíritu ‘innovador’ de la reforma, con el fin de decidir por estudiar o no Filosofía y Sociología. Se inculca la idea de que es posible ‘ser alguien en la vida’ con la perspectiva de ser um día ‘empresario de sí mismo’ y, como termita, se corroe por dentro las posibilidades de los jóvenes de verse como parte de una sociedad que insiste en muchas desigualdades8 sociales, exclusión de los pobres en cuanto a la cultura, a la formación y al saber científico, y la negación de sus derechos humanos, políticos y sociales.

Y la tercera – “base nacional común curricular”, un documento que no reconoce pautas oriundas de discusiones hechas en los ámbitos de los foros de investigadores y profesores a nivel nacional, no respeta la heterogeneidad de discursos y sentidos en el campo epistemológico así como hace invisible la diversidad de construcción de conocimientos en las escuelas según sus contextos culturales y regionales9.

Nadando contra la marea, necesitamos entonces alimentarnos más aún de la tarea de pensar colectivamente y con coraje. ¡Inmersos en un cotidiano prosaico que nos oprime, escuchemos la poética para insuflar nuestra indignación y buscar la fuerza de la crítica y de la sensibilidad! Algunos escritores y poetas son intercesores de esa magia que es la vida. Logran cantar en nuestros oídos para que nuevos sentidos resuenen, se intensifiquen, se multipliquen! Termino este texto con una invitación a usted, lector, para que escuche esas palabras extraídas del libro “Yo sé, pero no debía” (1996), de la escritora Marina Colasanti. Dele una pausa, pero no paralizadora, sino movilizadora en la urgencia de sentidos para la vida en estos tiempos extremadamente difíciles. Sienta, piense, reflexione. No se acostumbre.

“Sé que la gente se acostumbra. Pero no debería. La gente se acostumbra a vivir en departamentos internos y a no tener otra vista que las ventanas alrededor. Y, porque no hay vista, luego se acostumbra a no mirar hacia fuera. Y, porque no mira hacia fuera, luego se acostumbra a no abrir del todo las cortinas. Y, porque no abre las cortinas, luego se acostumbra a encender más temprano la luz. Y, a medida que se acostumbra, olvida el sol, olvida el aire, olvida la amplitud… (…). La gente se acostumbra a abrir el periódico y a leer sobre la guerra. Y, aceptando la guerra, acepta los muertos y que haya números para los muertos. Y, aceptando los números, acepta no creer en las negociaciones de paz. Y, no creyendo en las negociaciones de paz, acepta leer todo día de la guerra, de los números, de la larga duración. (…). La gente se acostumbra a la polución. A las salas cerradas de aire acondicionado y olor a cigarrillo. A la luz artificial de ligero temblor. Al choque que los ojos llevan en la luz natural. A las bacterias del agua potable. A la contaminación del agua del mar. A la lenta muerte de los ríos. Se acostumbra a no oír pajaritos, a no tener gallo de madrugada, a temer la hidrofobia de los perros, a no cosechar fruta con el pie, a no tener siquiera una planta. La gente se acostumbra a demasiadas cosas, para no sufrir. En dosis pequeñas, tratando de no percibir, va alejando un dolor aquí, un resentimiento allí, una revuelta allá (…). La gente se acostumbra para no rallarse en la aspereza, para preservar la piel. Se acostumbra a evitar heridas, sangrados, para esquivarse del cuchillo y bayoneta, para ahorrar el pecho. La gente se acostumbra para ahorrar la vida. Que poco a poco se gasta, y que, gastándose de tanto acostumbrarse, se pierde de sí misma”.

 

Silmara Lídia Marton es filósofa, reside en Río de Janeiro.

Profesora Adjunta de Filosofía de la Educación del Instituto de Educación de Angra dos Reis de la Universidad Federal Fluminense (Estado de Río de Janeiro), con licenciatura en Filosofía por la Universidad de São Paulo, maestría y doctorado en Educación por la Universidad Federal do Rio Grande do Norte – Natal – RN. Líder del Grupo DEVIR: Estudios y Investigaciones en Filosofía e Educación del Instituto de Educación de Angra dos Reis de la Universidad Federal Fluminense, Brasil.  silmaramarton@id.uff.br

 

Traducción: Ana Paula Britto

 

Notas bibliográficas:

1 El Instituto de Investigación Económica Aplicada – IPEA y el Foro Brasileño de Seguridad Pública – FBSP lanzaron en junio de 2018 el Atlas de la Violencia 2018. Como muestra la encuesta, entre los números de homicidios registrados en el mundo en lo años de 2000 y 2013, Brasil aparece siempre entre los países de América Latina más violentos, con una concentración de homicidios mucho más acentuada entre la población negra. Publicado en 14/06/2018. Disponible en: http://justificando.cartacapital.com.br/2018/06/14/atlas-da-violencia-no-brasil-2018/

2 La encuesta del DataFolha, de 13/12/2016 divulgada por el diario “Folha de São Paulo” apuntó que 60% de las personas oídas eran contra la PEC de ese texto. Disponible en: http://datafolha.folha.uol.com.br/opiniaopublica/2016/12/1840963-maioria-e-contra-aprovacao-da-pec-55.shtml

3  “La Tragédia Neoliberal y la Meritocracia” , con Marilena Chauí. Entrevista concedida a la Red de Colectivos “Periodistas Libres” en 15 de febrero de 2017. Disponible em el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=5jNea8b3hUE

4 “La censura pos golpe de 1964 y la prensa brasileña en la actualidad”, con entrevista concedida por el profesor de Periodismo José Arbex: “la censura pos golpe de 1964 fue como un ‘cuarto oscuro’, donde no era posible ver nada. Hoy la situación es opuesta: una luz deslumbrante irradia desde el centro de la habitación, dejando a las personas ciegas de tanta luz, es decir, tanta información, imágenes y opiniones. Usted está ciego de la misma manera. Sólo que en el cuarto oscuro, usted sabía que estaba ciego, ahora en la habitación iluminada, usted piensa que está viendo, y eso es mucho más peligroso. Es un ciego que no sabe que es ciego.” Disponible en https://www.redebrasilatual.com.br/politica/2018/03/a-censura-pos-golpe-de-64-e-a-imprensa-no-brasil-atual

5 “Después del suicidio del rector, UFSC sufre persecución”, materia disponible en el blog de Brasil 247, de 27/07/18. Informa: “después de la detención arbitraria y de la exposición pública del rector de la UFSC (Universidad Federal de Santa Catarina), Luis Carlos Cancellier de Olivo, que tuvo como consecuencia su suicidio, las manifestaciones de repudio hechas por profesores y funcionarios de la universidad empiezan también a sufrir persecución política y judicial. Disponible en: https://www.brasil247.com/pt/247/sc247/363178/Ap%C3%B3s-suic%C3%ADdio-de-reitor-UFSC-enfrenta-persegui%C3%A7%C3%A3o.htm

6 “92% creen que la justicia trata mejor los ricos que los pobres”, Datafolha, 26 de junio de 2017. Disponible en: https://bit.ly/2udaiR5

7 Ley de la Reforma de la Enseñanza Media n. 13.415/2017 sancionada por el gobierno Temer en 16/02/17. Conforme el documento del ANDES (Sindicato Nacional de los Docentes de las Instituciones de Enseñanza Superior) “La Contrarreforma de la Enseñanza Media: el carácter excluyente, pragmático e inmediatista de la Ley n. 13.415/2017”, la “ley que nasció como una Medida Provisional generó movimientos de protestas y ocupaciones por parte de estudiantes en más de mil escuelas en todo el país, apoyados por trabajadores(as) de la educación y por la comunidad en general”.

8 “Brasil es el 10º país más desigual del mundo”, O’Globo, Economía, 21 de marzo de 2018. Disponible en el enlace: https://glo.bo/2suHNgZ .

9 La ANPEd – Associación Nacional de Pos Graduación e Investigación en Educación, una entidad con 40 años de existencia y que reúne varios profesores e investigadores del área en Brasil, explicitó en 23/08/17 su posición en relación a la BNCC en documento disponible en la lista de la Asociación: “La Dirección de la ANPED ha movilizado innumerables esfuerzos para actuar en diferentes espacios y de diversas formas en relación a las discusiones nacionales, regionales y locales que involucran las tres versiones de la BNCC, siempre en el sentido de reafirmar su posición crítica en relación con el proceso, tanto desde el punto de vista metodológico como en términos de las visiones de currículo defendidas en los textos de dichos documentos”. Disponible en http://www.anped.org.br/news/documento-expoe-acoes-e-posicionamentos-da-anped-sobre-bncc

 

 

Referencias:

– Colasanti, M., Eu sei, mas não devia, Rio de Janeiro: Editora Rocco, 1996.

– Del Río, A., Democracia en América latina: Desafíos de un concepto em crisis, Revista de Discentes de Ciência Política da UFSCAR, Vol. 5., n. 3, 2017.

– Deleuze, G.; Guattari, F., O que é a Filosofia? Tradução de Bento Prado Jr. e Alberto Alonso Muñoz, Rio de Janeiro: 34, 1992.

Fontes, V., Capitalismo, Crises e Conjuntura, Revista Serv. Soc. Soc., São Paulo, n. 130, p. 409-425, set./dez. 2017.

Silva, F. L., História da Filosofia, Formação e Compromisso. Revista Trans/Form/Ação. São Paulo, 25, p. 7-18, 2002.

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