Virginia Notenson – Notas sobre los adolescentes y la Escuela

Estas notas no pretenden un tratamiento exhaustivo del tema, constituyen algunas reflexiones que me invitan a seguir investigando alrededor de esta cuestión.

 

Un futuro anunciado

Algunas series americanas suelen mostrar en forma rígida y aumentada, rasgos de la vida cotidiana que por estos lados vivimos en forma más atenuada, pero que nos permiten avizorar algún paradigma que reinará en un futuro cercano. Esa fue la impresión que me dio el tratamiento que hacen del lazo social y escolar en Big Little Lies, una serie de 2017, creada por David E. Kelley, basado en el libro homónimo de Liane Moriarty. Sin referirme a las descollantes actuaciones de sus protagonistas, sólo mencionaré que los personajes, para conversar o comunicarse, parecen tener bajo el brazo el código civil. Se trata de una comunidad pequeña y acomodada, en la que se expone la rivalidad de dos mujeres y la alineación de los otros personajes femeninos en relación a ellas. Son madres de niños compañeros de primer grado, y el conflicto entre ellas impacta en las relaciones de los pequeños. Los padres de las criaturas no tienen mayor incidencia en el conflicto, y se cuidan muy bien de no exponerse a la furia de esas madres. El drama comienza cuando un niño, -el nuevo y claramente de otra clase social- es acusado de haber lastimado a una compañerita. A partir de ahí, cualquier contingencia, accidente, es tratado en forma protocolar y lo que sorprende, es que hay un término jurídico para cada pequeño hecho fortuito. Se podría decir que la contingencia se pierde en la regla. Y que en el lugar de lo que el nombre del padre permitía en términos de articulación del deseo con la ley, están los reglamentos, las reglas, los abogados y jueces. Así, lo que antes se arreglaba a la salida de la escuela con alguna conversación o llegaba como notita en el cuaderno de comunicaciones, se trata con mediaciones y protocolos para el Bullying, insinuaciones sexuales, planificación familiar, la influencia o interferencia indebida, usurpación parental, etc, etc.

La serie pone de manifiesto que la escuela hace tiempo dejó de ser ese lugar protegido del exterior, ese templo sagrado en que se impartían conocimientos y en donde la figura del maestro –sustituto de la figura paterna–, emanaba autoridad a la vez que encarnaba el ideal educativo, y hermanaba a los estudiantes en un lazo social de semejanza, que en nuestro país se reforzó con el ideal de igualdad social con la implementación del guardapolvo blanco como estandarte.

La judicialización de las relaciones escolares, dicen algunos especialistas en el tema1, está en estrecha relación con la fragilización de las instituciones modernas, con el debilitamiento del sistema educativo. La escuela, ya no goza de legitimidad ya que ha perdido el monopolio de la transmisión de la cultura y el saber. Esta cuestión se hace más evidente en lo relativo a la educación secundaria, que es obligatoria en nuestro país desde el año 2006. Aclararé que dentro de las prácticas ligadas o inspiradas en lo jurídico en relación a lo escolar, hay algunas que tienen el carácter de intervención frente a alguna vulneración detectada por los equipos de orientación, con el objetivo de la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes contemplados en nuestras leyes; y otra gama de intervenciones tendientes a garantizar la convivencia en la escuela.

 

Los jóvenes y la Escuela 

Hoy en día pocos adolescentes encuentran puntos en común con sus compañeros, no ven en los ellos promesas de amistad duradera, prevaleciendo en ese lazo la vertiente de agresividad imaginaria y las estrategias de protegerse frente a posibles agresiones2.

Para los jóvenes que pasan por el Equipo de Adolescencia del que formo parte, la escuela, –en términos generales–, no es una referencia. Desde el punto de vista descriptivo, algunos de ellos no hablan con nadie dentro del curso, otros no soportan estar en el aula, muchos padecen ataques de pánico, que no están en relación a las figuras de autoridad, sino de sus semejantes. El lazo se define más a partir del sentimiento de amenaza, predominando las estrategias de evitación frente a la desconfianza. Los modos de acercamiento entre ellos suelen iniciarse previamente por medio de alguna red social, aunque se tenga la posibilidad de un acercamiento más directo, –esto último no se aleja de la concepción freudiana ligada a la dificultad del acceso sexual en la adolescencia. El bullying como tratamiento de la relación al otro indica entonces, que el lazo entre pares no tiene nada de natural, y también la ausencia de lugares de referencia. Siendo la judicialización en la vida escolar y en las relaciones “familiares” un recurso frente a la falta de figuras que encarnen la autoridad e indiquen una relación viable al goce.

En un documento del ministerio de educación de la provincia de Buenos aires del 2008 se expone el pasaje de la violencia como fenómeno individual, –el niño problema–, explicado por causas de índole psicológica y vinculada al contexto familiar; a la violencia generalizada. Allí proponen la implementación de estrategias tendientes a mejorar la convivencia escolar, identificando a las mismas con la mediación, de modo tal de pasar  de la disciplina a la convivencia, es decir se invita al cambio a alumnos y docentes, como modo de garantizar la vigencia de los derechos humanos en el marco de la institución escolar, instando a dejar de lado las relaciones basadas en la dominación y subordinación, para dar lugar al respeto mutuo, la justicia, la imparcialidad y la cooperación en aras del ejercicio y la elección democrática de normas de convivencia, valores, etc.

Este espíritu mediador, pretende una asepsia en relación al modo de hacerse un lugar en el Otro, en cada sujeto y en su sintomatización del lazo al otro. El negociador autónomo que pretende como resultado, –término cercano al del sujeto empresario de sí mismo y que indica el atravesamiento de la escuela por el mercantilismo–, precisa de una aceitada relación a la castración que posibilite ceder, soportar perder, y sobre todo tener en el horizonte algo del propio deseo. Cuestión que parece tener dos consecuencias: por un lado admite la lógica del bullying y por el otro deja afuera a aquellos adolescentes que no pueden dejar de lado la pequeña zona de certeza en la que han logrado establecer algún lazo al otro.

 

A modo de conclusión

Quizás la Escuela mediadora, sea esencialmente un diagnóstico de situación, en el que se constata la impotencia para convocar a los jóvenes en la época del Otro que no existe.

Los tratamientos de algunos adolescentes que han interrumpido la escolaridad indican que no es sino reconociendo el punto de dificultad, y dando lugar a que el lazo sea sintomático, como se les hará lugar en las instituciones escolares. A modo de ejemplo, el extracto de un sueño de una paciente adolescente que ha dejado de concurrir a la Escuela hace un tiempo, y frente a la angustia y expectativa frente al inicio de clases sueña que iba a la Escuela que era hermosa y luminosa, pasa a un pasillo largo infinito, todo blanco, lo recorre perdida, no hay ninguna marca que le indique cuál es su aula

 

 Lic. Virginia Notenson es psicoanalista, reside en Buenos Aires.

Miembro EOL / AMP. Coordinadora equipo de Salud Mental Adolescencia y Adultos en Caps. Martínez y R. Carrillo.

 

Notas:

1 Me resultó interesante como introducción de estas cuestiones la lectura del libro Judicialización de las relaciones escolares. Conversaciones con Philippe Meirieu, de Gabriel Brener, Gustavo Galli y Marcela Martínez. Ed. Noveduc.

2  Como bien lo expresa Alejandra Loray en su libro Discurso, sujeto y lazo social, (Ed. Grama), una de las consecuencias del discurso capitalista, es el rechazo de la castración, que afecta el amor y los vínculos sociales bajo el modo de que no hay falta donde alojarse.

 

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